Introducción
No dejo de pensar, cuando veo este pasaje, en lo opuesto que fue lo que tuvo que enfrentar Jesús con lo que tuvo que enfrentar Adán.
- Adán tuvo alimentos, Jesús estuvo en ayuno.
- Adán estaba acompañado, Jesús estaba solo.
- Adán estaba en un paraíso, Jesús estaba en un desierto.
- Adán fue tentado en un aspecto, pero Jesús fue tentado en todos los aspectos.
- La prueba de Adán fue fácil, la prueba de Jesús fue más que difícil.
- Adán olvidó la Palabra de Dios, Jesús citó constantemente la Palabra de Dios.
Sin duda alguna, el mejor representante del hombre no es el hombre, sino el Dios – Hombre, el Señor Jesucristo. En él está la victoria.
Un par de observaciones importantes que debemos hacer al estudiar este pasaje:
Vs 1.
Primero. Fue el Espíritu Santo quien llevó a Jesús al desierto.
Este tiempo, donde Jesús estaría sometido a la tentación por parte de Satanás y a la disciplina de un ayuno extremo, fue parte del plan de Dios y no una planificación por parte del diablo.
Podríamos decir que esta fue una disciplina impuesta desde los cielos y no un azote planificado del infierno.
No fue una disciplina por causa de falta de piedad o por castigar ciertos pecados en la vida de Jesús, puesto que él no conoció pecado. Pero esto es la gran lección; la disciplina bíblica no está siempre conectada a un pecado, pero siempre está ligada a la piedad y al ejercicio de ella.
Job dijo: ¿Recibiremos de Dios el bien y el mal no lo recibiremos? A veces Dios permite que atravesemos por aquellos tiempos de desierto; donde todo es un esfuerzo, donde todo parece una prueba, donde tenemos la leve sensación que esto nunca terminará.
Debemos recordar que Dios no nos dará más de lo que podemos resistir… Podemos sentir que hemos llegado a un extremo, pero será en ese momento que Dios nos sacará adelante.
Segundo. El propósito de la tentación de Jesús no es ver si Jesús pecaría sino demostrar que nunca lo haría.
El Señor Jesús, dentro de sus características posee impecabilidad; en palabras sencillas, Jesús no puede pecar ¿Por qué? Según la Biblia nos enseña, Dios posee una santidad “positiva”, lo cual significa que Dios no solo no puede ser tentado por el mal, como dice Santiago 1: 13, sino que aborrece el mal.
Para Dios, todo lo que es contra su naturaleza santa es aborrecible, nauseabundo, asqueroso, no lo puede ni siquiera ver.
«Muy puro eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio» … Habacuc 1: 13ª.
«Y el uno al otro daba voces diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria». Isaías 6: 3.
«El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia el mal camino, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco». Proverbios 8: 13.
Este atributo, es el atributo que Jesús también posee, así que los pensamientos del Señor serían totalmente contrarios a lo que sería para nosotros una tentación. Además, aunque Jesús tuvo naturaleza humana, no tuvo naturaleza pecaminosa.
Lucas cuando escribió acerca del nacimiento de Jesús, dijo: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual el Santo ser que nacerá será llamado Hijo de Dios» Lucas 1: 35.
Jesús recibió un cuerpo humano, pero no con naturaleza pecaminosa. El equivalente de su cuerpo humano sería como el de Adán, antes de la caída.
Esto, sumado a la santidad positiva de Dios, hace a Jesucristo Impecable; sin la capacidad para pecar.
¿Por qué fue tentado?
No para ver si Jesús pecaría o decidiría no pecar, sino para dejar evidencia contundente que él jamás lo haría.
Aunque Dios permite la tentación, Él ni la promueve ni la provoca. Como bien lo enseña Santiago: «Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie».
Su tentación vino por medio de las tres vías más comunes usadas por Satanás en el mundo.
1 Juan 2. 15 – 16.
- Los deseos de la carne. Deseos físicos. Estos se vuelven pecaminosos cuando quebrantan lo establecido por Dios. Gálatas 5: 19 – 21.
- Los deseos de los ojos. Los cuales llaman a la codicia cuando mantenemos nuestra mirada en aquello que no nos es permitido. Génesis 3. 5 – 6; 2 Samuel 11: 2 – 4.
- La vanagloria de la vida. El orgullo, el procurar la auto exaltación, el querer ser reconocido. El alimentar el ego, el Yo. 1 Crónicas 21: 1: «Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel».
La tentación puede venir de uno de estos flancos o de todos estos. En el caso de Jesús, Satanás atacó con todo:
Vs. 2 – 4. Los deseos de la carne.
«Tuvo hambre». Fueron 40 días sin probar alimento. Una disciplina conocida como el ayuno.
Al llegar a cuarenta días, ya estamos hablando de hambre, es decir, de la necesidad vital de probar alimentos.
A la vez esto provoca una evidente debilidad, lo cual te hace susceptible a perder el control en esta área. Comer con ganas o comer para poder sobrevivir.
Vs 3.
«Y vino a él el tentador» … el enemigo espera el momento de nuestra mayor debilidad, cuando, por la necesidad, estamos más expuestos a la tentación.
«Di que estas piedras se conviertan en pan». ¿Usted sabía que esta tentación nunca será usada en contra suya? ¿Por qué? Porque usted no tiene el poder de convertir las piedras en pan.
Este desafío solo podría seducir a alguien que pudiera hacer tal obra. Satanás sabía con quien trataba, sabía que Jesús, solo con un deseo, podía cambiar las esencias, la sustancia de una cosa para convertirla en otra ¿recuerda cuando convirtió el agua en vino.
Vs. 5 – 7. La vanagloria de la vida.
«Lo llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo». El pináculo del templo era la parte superior y más lata del templo. Lo llevó donde más personas devotas estarían presenciando este asombroso hecho.
«Si eres Hijo de Dios, échate abajo». Satanás lo desafía a demostrar su identidad Divina. Si eres aquel, los ángeles te guardarán a tal punto que ni siquiera un pie tuyo tropezará en una piedra. Saldrás completamente ileso.
Esta demostración de cuidado angelical les diría claramente a todos que él era el Hijo de Dios, aquel que está descrito en la sagrada palabra de Dios.
La idea era mostrar quien era, exhibir su gloria y conseguir así reconocimiento. Hacer un milagro que lo llevara a ser exaltado.
Vs. 8 – 10. Los deseos de los ojos.
«Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los tesoros del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares».
Satanás quiso ponerle precio a la lealtad del Señor. Esto es interesante si piensas que el Jesús un día se coronará como Rey de reyes y Señor de señores. ¿Cuál era la idea de Satanás en este momento? Ofrecerle a Jesús, convertirse en aquel Rey de reyes sin la necesidad de pasar por la cruz.
¿Cómo enfrentó Jesús estos retos?
El Señor Jesús usó una sola y suficiente arma para desarmar a su enemigo. La Palabra de Dios. En cada tentación, el rey usó las Escrituras para responder a los ataques de Satanás.
Vs. 4. Cuando el diablo lo animó a suplir su necesidad física, Jesús respondió: Es preciso obedecer a lo establecido por Dios, no a mis necesidades, por muy duro que esto sea. Mejor morir en obediencia que caer en desobediencia.
Vs. 7. Cuando el diablo lo desafió a demostrar que era el Hijo de Dios. Jesús responde: Aunque sé que Dios cuida de mí, no abusaré de su cuidado providencial. El cuidado de Dios sobre nuestras vidas no se usa como un espectáculo, sino bajo situaciones relevantes.
Vs. 10. Cuando le ofreció todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Jesús respondió: No estoy aquí para servirte a ti, ni para servirme ni siquiera a mí, sino a mi Señor, a mi Dios; él se merece de mí toda admiración y todo servicio.
Bajo estas respuestas, el diablo se fue derrotado. Jesús, en el peor escenario posible, demuestra, en su calidad de Rey, que nada ni nadie lo puede mover de su posición.
Como Hijo de Dios demostró una vez más su impecabilidad, y como hombre se lleva el triunfo de aquellos que negándose a sí mismos, se aferran a la verdad de Dios.
Jesús así nos enseña que, el observar y obedecer a las Escrituras, le quita toda oportunidad a Satanás de hacernos caer en la tentación.
¿Como termina este encuentro? Vs 11.
«El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían»
Se acabó el enfrentamiento…
Vinieron tiempos de refrigerio…
Dios permitió esta dura prueba, pero al terminar, también fue diligente para atender rápida y sobrenaturalmente a su Hijo para reponerlo de tan grande desgaste.
Conclusión.
¿Qué aprendemos de esta historia?
- Que dentro de los planes de Dios está el permitir que seamos expuestos a las tentaciones. Confía, Dios está cuidando el proceso.
- Que tenemos un enemigo que se llama Satanás. Que se ha hecho experto en tentar a los hombres en tres áreas: los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida.
- Que buscará seducirnos con cosas que sean atractivas para nosotros. El anzuelo adecuado.
- Que tenemos un arma poderosa y eficaz, la misma que usó el mismo Señor Jesús para derrotarlo; La Palabra de Dios.
- Hablando de la Palabra de Dios: ¿Qué debemos hacer con ella? Según la misma Biblia nos enseña: Debemos leerla, oírla, meditarla, estudiarla y memorizarla.
Escrito Está. Esta es la frase con la cual deberíamos empezar nuestra defensa frente a todo aquel que nos quiera meter en tentación.