Introducción
Hoy en Señor nos va a llevar nuevamente a tocar un tema dentro del sermón que está dando en el monte, por ende, si el mismo Señor lo vuelve a tocar es porque lo considera de vital importancia.
Este tema es la oración, por segunda vez trata este asunto mostrando otra perspectiva complementaria y aplicativa sobre la oración persistente. Algo que llama la atención es que no enseña a como predicar, pero si a como orar, “poque saber hablar con Dios es más importante que saber hablar a los hombres”.[1]
En su primera enseñanza (6:5-12) enseñó “cómo orar”, ahora establece el “mandamiento para orar”
Por lo tanto, nos encontramos ante uno de los textos más conocidos y a la vez más mal interpretados del Sermón del Monte. Jesús declara con claridad:
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.”
A primera vista, parece una promesa universal y sin condiciones: como si Dios estuviera obligado a conceder todo lo que pidamos. Muchos han usado este pasaje para apoyar un evangelio falso de prosperidad, prometiendo riquezas, salud perfecta y éxito terrenal a todo el que “declare” en oración.
Pero una lectura seria, aplicando una hermenéutica correcta, eso significa aplicando los principios de interpretación bíblica correctos, en el marco del contexto, nos obliga a verlo de otra manera:
- Jesús habla a sus discípulos (Mt 5:1–2).
- Está en el contexto del Sermón del Monte, que presenta la ética del Reino.Cómo debe ser el cristiano verdadero.
- La promesa no se refiere a caprichos materiales, sino a la provisión espiritual necesaria para vivir la vida que Él demanda y que ha explicado en el sermón.
Este pasaje, bien entendido, se convierte en un consuelo poderoso: tenemos un Padre celestial bueno, sabio y generoso que nos invita a orar con perseverancia y confianza.
- Principios para interpretar correctamente la promesa
- Dirigida a los hijos de Dios
Exegéticamente, el pronombre implícito “vosotros” (gr. hymeis) en v.9 muestra que Jesús se dirige a los que ya lo siguen. No es un ofrecimiento indiscriminado al mundo, sino a los que, por fe en Cristo, pueden llamar a Dios Padre (Mt 6:9).
La Biblia enseña que solo los creyentes son hijos de Dios por adopción (Jn 1:12; Rom 8:15). El incrédulo, aunque ore, no puede reclamar esta promesa, porque sus pecados lo separan de Dios (Is 59:2 pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír) (Juan 8:44 “vosotros sois de vuestro padre el diablo,…”)
La primera oración que Dios espera del pecador es la del arrepentimiento y fe. Solo a partir de ahí puede orar como hijo, con derecho de familia con confianza en que ahora su Padre Celestial, estará atento a sus oraciones.
- No debe sacarse de su contexto inmediato
El Sermón del Monte (Mt 5–7) establece estándares imposibles para el hombre natural:
- 5:3-12 El Carácter del cristiano: pobre de espíritu, mansos, hambre de la justicia de Dios, misericordiosos, limpios de corazón, padecen persecución por causa del Señor.
- 5:13-16 La influencia del Cristiano: Sal y Luz
- 5: 17-18: La justicia del cristiano
- 6:1-18: la piedad del cristiano: las limosnas, oración y ayuno
- 6: 19-34: La ambición del cristiano: tesoros en el cielo, un solo Señor, no afanarnos
- 7: 1-20: Las relaciones del cristiano: no juzgar sin un correcto discernimiento.
Estas exigencias podrían parecer abrumadoras, imposibles de aplicarlas a nuestras vidas . ¿Cómo vivir así, cómo aplicar todo esto y no “morir” en el intento? La respuesta está aquí: “Pide… busca… llama”. Jesús no exige lo que no provee. Nos manda a acudir al Padre en oración para recibir gracia suficiente.
Este pasaje no habla de pedir lujos ni bienes terrenales, sino de los recursos espirituales necesarios para obedecer el Sermón del Monte.
Muchos abandonan la vida cristiana porque creen que es imposible. ¡Y lo es, sin oración! La promesa es: Dios dará gracia para vivir lo que demanda.
- Debe entenderse en el contexto de toda la Escritura
La Escritura interpreta la Escritura. Santiago 4:3 advierte: “Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” 1 Juan 5:14 añade: “Si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.”
Esto nos recuerda que Mateo 7:7–11 no es una carta blanca para pedir cualquier cosa, sino una invitación a pedir lo que esté de acuerdo con la voluntad de Dios revelada en la Palabra.
Un creyente puede pedir riqueza por ambición y no recibirla, pero sí recibirá fortaleza en medio de la necesidad. Porque Dios da lo que es bueno a sus hijos, no necesariamente lo que ellos creen que es bueno.
- Tres mandamientos (v.7)
Los tres verbos (aiteite = pedid, zeteite = buscad, krouete = llamad) están en imperativo presente en griego. Esto indica acción continua y repetida: “Seguid pidiendo, seguid buscando, seguid llamando”. No es un mandato puntual, sino un estilo de vida.
- Es un imperativo
Jesús no dice: “Si quieren, pidan”, sino que manda. La oración no es opcional para el discípulo. Es un deber que refleja dependencia. Negarse a orar es, en la práctica, vivir como si Dios no existiera.
El Señor antes enseñó como orar, y lo estudiamos en el capítulo 6, y ahora nos da el mandamiento a orar.
Por eso estos tres verbos van mostrando una acción continua, creciente, permanente, y estableciendo el mandamiento de orar el cual requiere obediencia.
En el capítulo 6 al enseñar el “cómo orar”, también daba por echo de que es una práctica de obeciencia permanente en el creyente 6:6 “mas tú, cuando ores,” vr 7 “cuando ores”, vr 9 “oraréis así”
- Es un mandamiento insistente
Los tres verbos no son meras repeticiones, sino una progresión de intensidad:
- Pedir: expresar en palabras nuestra necesidad con humildad.
- Tiene el sentido de ver la acción que ejecuta un mendigo al extender su mano esperando que alguien le de algo, esto porque el mendigo no tiene ningún recurso.
- Reconoce su necesidad espiritual: El Señor había dicho en 5:3 “bienaventurados los pobres en espíritu”. Aquellos que reconocen su miseria espiritual y que necesitan la dádiva de Dios en sus vidas. Santiago 1:17 “todo don perfecto y toda buena dádiva, proceden del Padre de las luces”
- Entiende que no merece un premio, ni tiene mérito alguno para que le de algo, sino que es solo por gracia.
- Pide en forma correcta :
- Santiago 4:3 es bien claro “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” Estaban pidiendo según sus pasiones carnales que gobernaban sus deseos. Estas peticiones no glorificaban a Dios.
- 1 Juan 5:14 “ Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.”
- ¿Cuál es la motivación de sus peticiones?
- Debemos entender que la oración no es un cheque en blanco que Dios nos da y nos dice “coloca lo que quieras, yo, dueño de todo y todo poderoso te lo daré”, Dios no funciona y no es esa historia inventada del genio de la lampara. Sino, que se trata de que debemos confiar en que Dios nos dará lo que realmente necesitamos.
- A veces pedimos cosas que, sin darnos cuenta, nos dañarán, por eso Dios, como nuestro Padre nos negará lo que El sabe que es malo, y concederá lo que es mejor para nuestra vida.
- Buscar: implica esfuerzo y acción concreta.
- Tiene el sentido de alguien que busca algo valioso que a perdido. En Lucas 15:8-9 vemos la mujer de la parábola que había perdido una dracma, y encendió la lámpara de la casa y con diligencia se puso a buscarla hasta que la encontró.
- Así es como debemos buscar diligentemente, insistentemente, sin dejar de hacerlo, el rostro de Dios, el salmista dice en Sal. 27:8 “Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová”
- ¿Cuándo fue la última vez que buscó en oración y no dejó de hacerlo hasta encontrar ese lugar especial de la gracia de Dios?
- Llamar: es persistir hasta que se abra la puerta.
- Lucas 11: 5-9 en este pasaje paralelo nos agrega el ejemplo de este amigo, que en un horario importunado, de forma insistente, llega a pedir pan.
- Llamar amados, tiene el sentido de insistir, implorando el favor de Dios, no es un simple llamado superficial, sino persistente ante el trono de la gracia.
- Jacob en su encuentro con el ángel en Gn. 32:26 “no te dejaré si no me bendices”
Esto enseña que la oración no es pasiva ni fría, sino activa, apasionada y perseverante.
Es a través de la oración que uno puede vivir lo que Dios demanda de un hijo de Dios, es a través de la oración que podemos combatir los grandes obstáculos que tenemos e intentan impedir el crecimiento espiritual.
- Razones por las que Dios manda a orar insistentemente
- Para fortalecer nuestra fe y dependencia.
- Para vencer la pereza natural de nuestra carne.
- Para probar la sinceridad de nuestros deseos (ejemplo: la mujer sirofenicia, Mt 15:21–28).
- Para producir paciencia y santidad en nosotros (Rom 5:3–4).
La insistencia en la oración no cambia a Dios, sino que nos cambia a nosotros: nos hace humildes, agradecidos y sensibles a su voluntad.
III. Tres promesas (vv. 8–11)
Jesús usa un paralelismo hebreo en v.8 para reforzar la certeza: “todo el que pide… el que busca… al que llama…” Esta repetición en escalera indica seguridad absoluta de respuesta de parte de Dios, el Padre.
Este versículo 8 nos asegura y anima a continuar orando porque si la oración es hecha en la voluntad de Dios, El “os dará”, “hallaremos” y “os abrirá la puerta”
- “Se os dará” – El Padre concede
El verbo dothēsetai está en futuro pasivo → significa que la acción vendrá de fuera: “os será dado”. El énfasis está en el Padre como sujeto activo que concede.
Dios mismo toma la iniciativa en responder. No dependemos de nuestra elocuencia, sino de su gracia.
- “Hallaréis” – Dios responde a la búsqueda sincera
El verbo heurēsete (de donde viene “heurística”) implica descubrimiento real. El creyente que busca sinceramente no queda frustrado. Aunque no encuentre lo que pensaba, siempre hallará lo que necesita, y eso será muchísimo más satisfactorio que lo que estaba pidiendo”
Pedimos salud, pero hallamos fortaleza espiritual; pedimos solución rápida, pero hallamos paciencia.
- “Se os abrirá” – El Padre no cierra la puerta
En v.9–10 ambas ilustraciones son claras y las realiza con preguntas retóricas, donde la respuesta implícita en los dos casos es “ninguno”: nadie le da una piedra a un hijo que pide pan, ni una serpiente en lugar de pescado ya que sería algo mortal.
Entonces, es que viene la comparación entre Dios y los hombres, quienes por mas bondadosos que sean igualmente son pecadores y malos
Vr. 11 “pues” es como si dijese: “entonces según lo que acabo de decir anteriormente”
La estructura es un argumento de lo menor a lo mayor: si los hombres, siendo malos saben dar cosas buenas, ¡cuánto más Dios, que es santo y perfecto!
Dios da cosas buenas, no siempre lo que pedimos literalmente, pero sí lo que es bueno a sus ojos.
Nunca olvides, que el amor que el Padre tiene, supera a cualquier padre terrenal.
- Conexión con la regla de oro (v.12)
“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos.”
- El “Así que” conecta oración y práctica.
- Recibimos de Dios lo necesario para vivir como discípulos.
- Ese poder recibido se traduce en amor al prójimo.
- La oración produce transformación.
- No es solo pedir bendiciones personales.
- Es pedir gracia para vivir en justicia, misericordia y amor hacia otros.
- La regla de oro resume la Ley y los Profetas.
- Lo que pedimos a Dios en oración (gracia, perdón, paciencia), debemos reflejarlo con los demás.
- La oración no nos aísla del mundo; nos equipa para tratar al prójimo como queremos ser tratados.
- Los fariseos habían distorsionado el mandamiento. En el libro apócrifo(no inspirado por Dios) Tobías 4:16 leemos: “No hagas a otros lo que no quieras para ti”. Esta formulación tiene un enfoque negativo y pasivo, centrado en el yo y en evitar el mal, limitándose a una vida que simplemente no ofende al prójimo. En cambio, el verdadero mandato de Jesús es positivo y activo: “Haz a los demás lo que quieras que ellos hagan contigo”. Este exige una acción intencional, buscando de manera consciente el bien del otro, no solo la ausencia de daño.
Llevemos esto a la práctica:
- Si pides misericordia a Dios, sé misericordioso con los demás.
- Si buscas paciencia en tus pruebas, sé paciente con tu prójimo.
- Si llamas a Dios pidiendo perdón, abre tú la puerta del perdón al que te ofendió.
- Conclusión
- Para los que aún no son hijos de Dios
- La promesa no está disponible para tí, pero sí hay una invitación: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado” (Is 55:6).
- La puerta de la salvación está abierta hoy; mañana puede ser demasiado tarde.
- El mayor regalo que Dios da es el Espíritu Santo (Lc 11:13), quien aplica la salvación y te capacita para vivir como hijos de Dios.
- Para los hijos de Dios
- Dios nos enseñó a orar y nos manda a orar.
- No hay excusa para vivir espiritualmente secos.
- La falta no es de provisión, sino de oración perseverante.
- No te canses, persiste pidiendo, buscando, llamando
“Todo lo que necesitas para vivir como cristiano está disponible en Cristo: pide con fe, busca con diligencia y llama con perseverancia.”
[1] (Dr. E. Carballosa, Comentario Mateo I, pag. 265)