No te engañes | Mateo 7:21-24 | Pr. Rodrigo Cisternas

Introducción

En el pasaje anterior los oyentes de este sermón fueron advertidos a cuidarse de los falsos profetas; y la forma indicada por Jesús fue evaluar aquello que está al alcance de nuestra vista, los frutos de las personas; con lo cual podríamos saber quién es un verdadero profeta y quien un falso.

Sin embargo, en la sección que sigue, el Señor Jesús coloca un nuevo filtro; ya no somos nosotros quienes hacemos evaluaciones, sino el Señor mismo. Él, que todo lo sabe, identificará perfectamente a aquellos servidores que tienen una relación viva con él y a quienes NUNCA ha conocido.

El Señor Jesús ha comenzado a desenmascarar a todos aquellos que, como dijo el Apóstol Juan tiempo después, están con nosotros pero no son de nosotros. Aquellos que aparentan andar por el camino angosto, que dicen ser ovejas, pero que sus vidas no se condicen con las vidas de aquellos que sí andan por este camino.

El Señor fue claro en la sección anterior para decirnos que estas personas solo llevan el cristianismo de forma superficial, como una piel de oveja sobre sus hombros, pero que su deseo de fondo no es ser un creyente, sino sacar provecho de aquellos que andan por el camino angosto o simplemente ser usados para hacer tropezar a algunos en este camino.

La sentencia de este tipo de personas es clara, «son cortados y echados al fuego» (vs 19) figura que nos habla de la condenación que hay para quienes no se arrepienten de su maldad.

Ahora, el Señor continúa afinándonos el oído respecto de quienes serán finalmente los que entrarán en el reino de los cielos.

El Señor Jesús nos coloca en un escenario complejo; nos presenta un grupo de personas, supuestamente servidores, que consideraban tener acceso seguro al reino de los cielos por haber hecho ciertas obras, según ellos, en el nombre del Señor. Sin embargo, la respuesta del Señor es tan fuerte en contra de ellos que no deja lugar a dudas de que lejos de ser aceptados, reciben del Señor un rotundo rechazo, al punto de decir: «Apartaos de mí, hacedores de maldad».

Este nivel de discernimiento, entiendo que solo es del Señor, de hecho, en esta escena, no hay más que el mismo Señor haciendo el juicio, dando su veredicto.

Amados. Hay un día, donde cada uno de nosotros tendrá que presentarse delante del Señor y entre él y nosotros solo estarán sus palabras; estas nos darán amplia entrada a su reino o un categórico rechazo a tal posibilidad.

Antes el Señor dijo: «Por sus frutos los conoceréis» lo cual nos llamó a poner atención en el servicio de otros. Ahora comienza diciendo «No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos», enfocando ahora la atención, en nosotros mismos.

TS: El Señor nos enseña en el verso 21:

EN QUÉ SE BASA LA SALVACIÓN. VS 21.

«No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos». Esto primero nos hace caer en cuentas que entrar al reino de los cielos no es de todos o no es para todos. Habrá personas que, creyendo tener una relación con Dios, se quedarán afuera.

Esta expresión Señor, Señor, es una expresión usada por personas que servían, se entiende, al Señor.

La pregunta es: ¿Por qué si estas personas se refieren a Jesús como el Señor, no son consideradas para entrar al Reino celestial?

«Sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos».

Esto es muy revelador. Lo que el Señor Jesús está planteando acá es que existen dos tipos de servidores. Escuche el siguiente comentario, con el cual estoy muy de acuerdo:

Unos que usan las palabras correctas, que se ocuparon en decir y hacer muchas cosas, verdaderos activistas. Pronunciaron las palabras y fórmulas religiosas correctas, llamaban a Jesús: Señor, Señor. También realizaron muchas obras poderosas (profetizaron, echaron fuera demonios, hicieron milagros) Si juzgásemos por sus “frutos” uno llegaría a la conclusión de que se trata de un verdadero gigante espiritual, un profeta, como lo fue Elías o Eliseo, o un Apóstol como Pedro o Pablo. Sin embargo, como lo ve Jesús, habrá muchos así que no entrarán al reino de los cielos, porque no se trata de cuantas cosas hemos hecho por el Señor, sino de cuál es nuestra relación con él.

Volviendo a observar el versículo 21, nos damos cuenta que el texto nos lleva a dos grupos que suenan iguales, ambos dicen: Señor, Señor, pero solo en uno de estos grupos estas palabras son validadas como correctas ¿Quién está dentro de este grupo?

«el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos».

¿Quién es este? El que tuvo el cuidado de descubrir y realizar la voluntad de Dios. Como súbdito en el reino de los cielos, se somete al Rey y le obedece conscientemente. Su prioridad número uno es agradar a su Señor.

En el inicio de este párrafo nos deja claro que estos servidores también hacen cosas extraordinarias, pero su prioridad es otra; ellos hacen lo que hacen porque el Señor se los ha mandado, porque le quieren agradar. Ellos sirven al Señor como parte de lo que ellos entienden es la voluntad del Señor para sus vidas. Su gran motivación es demostrar obediencia hacia quien es su Señor, buscar su gloria.

El Señor Jesús quiere ser claro acerca de en qué se basa la salvación; esta no se basa en lo que hacemos sino en quienes somos delante de Él.

  1. TS. El Señor continúa profundizando este tema diciéndonos:

CUÁL ES EL ERROR FATAL MÁS COMÚN. Vs 22.

«Muchos me dirán en aquel día». No son pocos los que se han autoengañado. Hay un grupo considerable de personas que se hacen llamar servidores del Señor, que creen que irán al cielo por la gran cantidad de actividades que realizan para el Señor y por las experiencias sobre naturales de las cuales han sido participantes (llámese profecía, exorcismos y también milagros; experiencias que podrían haber presenciado incluso). Pero ¿Acaso esto asegura que quienes realizan estas obras son realmente salvos?

Recuerde el caso de Judas, quien estuvo participando como un apóstol directo de Cristo; quien recibió autoridad de parte de Cristo para hacer este mismo tipo de cosas. Mateo 10: 5 – 8.

Recuerde el mensaje de la iglesia en Sardis. Apocalipsis 3: 1: «Y escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, pero estás muerto».

Una iglesia gobernada por las actividades pero sin una relación viva con el Señor. Tuvieron nombre de que viven, probablemente refiriéndose a muchas cosas que ellos hacían, mucha actividad, pero sin una relación con el Señor, por eso estaban muertos, aunque parecía que tenían mucha vida.

Recuerde también la iglesia de Laodicea: «He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo» Apocalipsis 3: 20.

Estos «muchos» que menciona Jesús, en Mateo 7: 22, son personas que sirvieron al Señor pero NUNCA JAMÁS habían entrado en una relación personal y salvadora con Cristo.

  1. TS. Finalmente el Señor Jesús nos enseña:

EL DESTINO ETERNO DE AQUELLOS QUE SE AUTOENGAÑARON. Vs 23.

«Y entonces les declararé». Jesús está describiendo aquí la escena cuando ya no se puede hacer nada. Está hablando de «aquel día»; el día donde tocará presentarse delante del juez de toda la tierra y recibir su veredicto. Aquí ya no es tiempo de hacer cambios o reconocer culpas, sino solo de recibir el veredicto final y eterno.

«Nunca os conocí». No hay ninguna relación entre tú y yo y esto siempre ha sido así. No hubo tiempo donde tú y yo tuviéramos si quiera algún tipo de relación.

“Aquí la palabra conocimiento no se trata de conocimiento mental, sino de comunión experimental”. (Interlineal Griego, Francisco La Cueva, pág. 26)

«Apartaos de mí». Apartaos, lejos de mí. Esto es categóricamente es un rechazo para con estas personas.

Como dice el Comentario del Mundo Hispano: “Esta sentencia es reservada para los incrédulos, los enemigos del reino” (Mateo 25: 41).

«Hacedores de maldad». LBLA dice: «Los que practicáis la iniquidad». Esto es clave en el pasaje.

Este grupo, según las normas humanas, habían actuado bien, pero según las normas de Dios, estas personas son personas que viven al margen o fuera de la ley.

Este tipo de personas se rebelan contra la ley establecida, viven fuera de la ley, son anarquistas. ¿qué significa? Que no reconocen la autoridad del Rey de los cielos y la tierra. Se niegan a orar venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra de Mateo 6: 10. En otra forma de decir, viven el evangelio según sus propios parámetros y no sujetos a las enseñanzas de Cristo. Esto no solo es una grave ofensa al señorío de Cristo sino la señal más clara de que van por el camino ancho, que lleva a la perdición.

Esto nos hace entender primero que las vidas de estos “servidores” no estaban rendidas el señorío de Jesucristo. Segundo que todas sus obras eran hechas pensando en ganar su salvación, generar méritos delante de Dios, cuando sabemos que la salvación es un regalo y no un premio. Efesios 2: 8 – 9. (Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de vosotros pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe).

Vivieron engañados por su propia mentira acerca de la fe y la obra salvífica, y ahora son defraudados por su propio auto engaño. Recién ahora se dan cuenta que toda su vida y todas aquellas obras estaban fundadas en su auto suficiencia; nada de esto fue, ni parte ni respaldado por la voluntad del Padre celestial.

No son, por lo tanto, buenas obras sino malas obras que reflejan el carácter de una naturaleza religiosa, caída, perdida y engañada.

Conclusión.

El servir al Señor amados, debe brotar de aquella relación que mantenemos con él en el día a día, todo lo que está fuera de ese orden, no es ni validado ni respaldado por Él.

Por otro lado, si va a servir al Señor, preocúpate de dar de aquello que rebosa del vaso y no de lo que está dentro de él, no vayas a terminar seco; sin nada que dar a los demás el día de mañana.

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