Introducción
La sección pasada estuvimos viendo el tema de la oración, el cómo orar. El Señor Jesús mostró primeramente como NO orar y luego nos enseñó la forma correcta de hacerlo, en forma secreta y a la vez nos enseñó los siete elementos necesarios en la oración.
En el avance de su exposición, ahora el Señor nos habrá acerca del ayuno. Y, una vez más, notamos la expresión «Cuando» y agrega ahora «ayunéis» (vs. 16) o «ayunes» (vs. 17) lo cual nos dice que el Señor Jesús puso al ayuno, también como la oración, como una parte normal de la vida espiritual.
Antes de meternos de lleno en lo que el Señor Jesús nos quiso enseñar aquí acerca del ayuno, me gustaría hablarles un poco de este tema.
El ayuno tiene que ver con abstenerse de los alimentos para buscar a Dios, a razón de motivos que te son más importantes que la comida misma. La comida siempre se ha asociado a algo deleitoso, algo que trae placer a nuestras vidas; pero cuando aparece en nuestras vidas una situación que nos preocupa profundamente, que nos quita el sueño o que nos aflige en sobre manera, entonces es buen momento para quitar aquel deleite y priorizar buscar a Dios.
Como bien apunta John MacArthur, el ayuno está asociado a varias condiciones:
1). Está asociado a la tristeza. Mateo 9: 14, 15.
Como en el caso de Ester, cuando fueron puesto bajo amenaza como nación, Ester pidió a Mardoqueo que reuniera a muchos y ayunaran.
Ester 4: 16: «Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca».
2). Está asociado a la práctica de la oración. Mateo 17: 21.
El ayuno es buen compañero de la vida de oración. Nos entrega el ambiente para llevar nuestra relación con Dios a una condición plena.
3). Está asociado con la caridad. Isaías 58: 3 – 10.
El ayuno que Dios considera es aquel que va de la mano con el amor hacia el prójimo. El ser caritativo, considerado, perdonador, en fin mostrar su amor a los demás.
4). Está asociado con la búsqueda de la voluntad de Dios. Hechos 13: 1 – 3; 14: 23.
Dios, a través del ayuno, confirma aquellos pasos importantes que sus santos deben dar.
En cualquiera de estos casos o en otros temas que se te hace indispensable la paz del Señor, o deleitarte más en el Señor, o tener fuerza para cambiar ciertas conductas que no glorifican a Dios, o porque necesitas la dirección del Señor para tomar una cierta decisión, el ayuno y la oración son el camino por donde podríamos obtener la gracia del Señor.
Aunque creo que el ayuno es algo que todo creyente debiera hacer, también entiendo que no todos pueden hacerlo. Los diabéticos, por ejemplo, tendrán que consultar a su médico que tipo o cantidad de horas de ayuno podrían tener y cuáles horas del día podrían ser las mejores.
El ayuno, para especificar, es un tiempo donde nos restamos de deleitarnos en la comida para enfocarnos en la oración delante de Dios. Usamos por lo tanto todo el tiempo de la comida para dedicarlo a buscar el rostro del Señor (puede incluir el tiempo que invierte en elaborar dicha comida).
Hoy es muy común escuchar de personas que hacen ayuno. La razón es porque se ha descubierto que el ayuno tiene múltiples beneficios para la salud de las personas. Lo animo a estudiar cuáles son estos beneficios. Mi recomendación para leer acerca del tema es Dr. Don Colbert: “La desintoxicación de Daniel” o “Lo mejor de la cura bíblica” (ocho libros en uno)
A pesar de que el ayuno ofrece muchos beneficios para salud física del hombre, en la Biblia este fue incluido como una disciplina para fortalecer al espíritu, entonces démosle el uso que Dios le dio y dejemos que los buenos resultados se extiendan hasta donde Dios quiera.
Habiendo tocado un poco el tema, vamos a nuestro pasaje en cuestión. Consecuente a su estilo, Mateo no procura explicar ninguna de estas prácticas ya que, para él, su primera audiencia entendía bastante bien estos asuntos de dar limosna, de orar y de ayunar.
No debía Mateo preocuparse de la practica en sí, porque era parte normal de la vida espiritual, sino de la motivación atrás de ella.
Vs 16.
«No seáis austeros como los hipócritas».
La austeridad aquí tiene que ver con mostrar una expresión facial seria, severa o sin adornos.
¿Cuál es el teatro que levanta un hipócrita cuando ayuna?
«Demudan su rostro». Demudar significa: Alterar, disfrazar, desfigurar.
«Para mostrar a los hombres que ayunan». Esto es rostro de hambre, de necesidad de comida, rostro que dice: “Pobre, mira como sufre de hambre”.
Como aquel jovencito que cada vez que trasnocha le quiere decir a todos sus amigos que fue capaz de no pegar un ojo en toda la noche. De alguna forma eso valida su hombría. Cuidado con la hipocresía que es pegajosa, que cuando se entra al corazón no le gusta salir.
«de cierto os digo que ya tienen su recompensa». ¿Cuál es su recompensa? Aquel momento, para ellos especial, donde las personas pudieron ver su actuación.
Vs 17.
«Pero tú, cuando ayunes»
Aunque Jesús está hablando a un público en general, también, dentro de este grupo general, se está dirigiendo a un grupo particular.
Este «tú», Jesús lo está dirigiendo a aquellos seguidores sinceros que quieren adoptar los principios del reino y vivir para agradar a Dios.
«Unge tu cabeza y lava tu rostro» oculta los efectos que podría producir el ayuno. Un ayuno sostenido podría provocar un aspecto demacrado, sufriente, un poco débil, incluso un poco desaseado.
Entonces, quita de ti todo efecto que demuestre algo de esto.
La idea la amplía el versículo 18.
Vs 18.
«Para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto».
Los creyentes, cuando ayunamos, sabemos lo que hacemos y porqué lo hacemos. Y el único que idealmente debe saber de esto es el Señor. Debemos cuidar de que esto no sea motivado por el ego o por el actor que llevamos dentro.
En el único que te debes enfocar es en aquel que todo lo sabe, que todo lo ve. Tu Padre, el que está en lo secreto.
«Y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público».
El peso de esta verdad es que finalmente te recompensará. Que sea en público o en privado será determinado al tipo de petición que hayas puesto delante del Señor. El punto principal es que te recompensará, te dará su respuesta, te compensará.
Conclusión.
Amados, buscar a Dios NO es en vano. Cada creyente que sinceramente busca se quebranta delante de Dios por medio del ayuno, recibe su respuesta. Solo cuida que sea de la manera correcta, no buscando gloria personal, ni ser objetivo de reconocimiento. Tu, si vas a ayunar, hazlo delante de Dios.
- ¿Hay algo que te tiene muy triste?
- ¿Sientes que necesitas más tiempo para estar delante de Dios?
- ¿Necesitas fortaleza en tu espíritu para abandonar ciertos pecados o ciertas conductas no deseadas?
- ¿Necesitas entender que es lo que Dios quiere de Dios, cuál es el siguiente paso?
Si puedes, ayuna, aprovecha al máximo este recurso que Dios nos dejó a disposición. Si no puedes ayunar, ora con ferviente intensidad: «Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú oh Dios» (Salmo 51: 17b).