Jesús y la oración | Mateo 6:5-15 | Pr. David Hernandez

Introducción

Mateo 6 constituye una sección vital dentro del Sermón del Monte, en la que el Señor Jesucristo se dirige directamente a la práctica religiosa del pueblo judío, desafiando sus formas y proponiendo una espiritualidad auténtica basada en la relación real con Dios y no en la apariencia ante los hombres.

En este capítulo, el Señor corrige tres pilares de la piedad judía: las limosnas, la oración y el ayuno. La semana pasada comenzamos a ver cómo evitar la hipocresía en el dar, hoy en los versículos 5 al 15, centra su enseñanza en la oración, mostrando la diferencia entre la oración falsa e hipócrita y la verdadera oración que Dios aprueba.

En ningún momento la intención de Cristo es desanimar la oración, sino el practicarla contantemente con la motivación correcta y purificarla. Los judíos valoraban altamente la oración, como lo demuestran los Salmos, el libro de Daniel y en las prácticas rabínicas que profesaban en esos tiempos. Sin embargo, esas oraciones se habían viciado en una formalidad vacía, en un acto de hipocresía, eran “actores espirituales” .  El Señor corrige esa distorsión y enseña a sus discípulos un nuevo camino de comunión íntima, sincera y dependiente con Dios Padre. Esta oración no está basada en repeticiones ni formalismos, sino en la relación profunda entre un hijo redimido y su Padre celestial.

Dividiremos este estudio en cuatro partes:

  • LA MOTIVACIÓN DEL QUE ORA (Mateo 6:5)
  • LA MANERA DE ORAR (Mateo 6:6–8)
  • EL MANDATO DE ORAR (Mateo 6:9a)
  • EL MODELO DE LA ORACIÓN (Mateo 6:9b–13)
  • EL MEDIO DEL PERDÓN (Mateo 6:14–15)
  1. LA MOTIVACIÓN DEL QUE ORA (Mateo 6:5)

Jesús inicia con una advertencia sobre la hipocresía en la oración: “Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres.”

  • Hipocresía religiosa: El término “hipócrita” proviene del griego hypokritēs, que se refería originalmente a un actor teatral. En este contexto, describe a personas que simulan devoción, pero cuya intención está lejos de Dios. No oran para buscar a Dios, sino para ganar la aprobación y admiración humana.
  • El lugar y la postura: Oraban en pie, en lugares concurridos —sinagogas y esquinas de calles— buscando visibilidad. Esto nos muestra Orgullo y falta absoluta de humildad ante Dios. Ellos quería mostrar autosuficiencia y autocomplacencia al mostrarse mejores que otros.

En sí, orar de pie o en público no es incorrecto (véase 1 Reyes 8:22, Juan 11:41-42), pero el problema radica en la intención del corazón: “para ser vistos.”

  • La recompensa vacía: Jesús declara que “ya tienen su recompensa”. No recibirán nada de Dios porque ya obtuvieron lo que querían: reconocimiento humano.

La oración no es un medio para mostrar espiritualidad ante los demás. Es un acto íntimo de comunión con Dios. El creyente sincero ora con un corazón dispuesto a honrar a Dios, no a sí mismo. ¿Qué motiva nuestra oración: el deseo de ser oídos por Dios o admirados por los hombres?

  1. LA MANERA DE ORAR (Mateo 6:6–8)

Aquí, Jesús nos enseña cómo debe ser la oración del verdadero discípulo. Él presenta un contraste claro entre la oración pública para impresionar y la oración secreta que busca la intimidad con Dios.

  1. Oración en lo secreto (v. 6):
    • “Entra en tu aposento” (tameion, gr.): Este era un cuarto interior, sin ventanas, usado para guardar tesoros o alimentos. Es un símbolo de retiro, concentración y privacidad. Jesús está enseñando que debemos buscar un ambiente donde podamos enfocarnos completamente en Dios sin distracciones externas. Un Lugar donde estemos “a solas con Dios”
    • “Ora a tu Padre que está en secreto”: Dios ve lo oculto. Él conoce el corazón. La oración privada no es menos poderosa; al contrario, refleja una fe genuina.
    • “Tu Padre… te recompensará en público”: Dios responde y honra la sinceridad. La verdadera oración será reconocida y respaldada por Él en el tiempo y la forma que Él determine.
  2. Evitar vanas repeticiones (vv. 7–8):
    • “No uséis vanas repeticiones”: El verbo griego battalogeo implica hablar sin sentido, repetir palabras sin reflexión. Era común entre los gentiles repetir frases interminables esperando impresionar o manipular a sus dioses.(Los profetas de Baal estuvieron todo el día sin obtener respuesta. 1 Reyes 18)
    • “Como los gentiles”: Ellos pensaban que por su palabrería serían oídos. Esta mentalidad muestra una falta de conocimiento de quién es Dios: un Padre que sabe, no un ídolo que exige fórmulas vacías. Dios no quiere palabreros ni discursos inflados, sino sencillez de corazón.
    • “Vuestro Padre sabe…”: Aquí Jesús revela uno de los grandes consuelos de la oración: Dios conoce nuestras necesidades incluso antes de que las expresemos. Esto no debe desanimarnos de orar, sino alentarnos a confiar en Su soberanía y amor.

No necesitas palabras rebuscadas ni frases largas. Solo necesitas un corazón sincero, humilde y confiado. La oración no se trata de convencer a Dios, sino de acercarte a Él como tu Padre amoroso.

Dios sabe todo, pero al mismo tiempo, anhela la comunión con sus hijos que se produce por medio de la oración.

III. EL MANDATO DE ORAR (Mateo 6:9a)

“Vosotros, pues, oraréis así…”

  • Mandato directo: El verbo está en imperativo. Orar no es opcional para el creyente, sino un deber espiritual que demuestra nuestra dependencia de Dios.
  • Una guía, no una fórmula mágica: Jesús no entrega una oración para ser repetida mecánicamente, sino un modelo que establece prioridades, reverencia, confianza y dependencia en Dios nuestro Padre. Esta estructura nos enseña cómo relacionarnos correctamente con Dios: comenzando con Su gloria, y luego nuestras necesidades.
  • Un punto IMPORTANTE es que debemos entender que la oración es una necesidad imperativa, fundamental en el creyente  Mt.26:41; Lc 18:1; Ef. 6:18; 1 Ts. 5:17. No es una opción sino una orden.

Todo creyente debe cultivar una vida de oración. Este mandato nos recuerda que no basta saber acerca de la oración, hay que practicarla con convicción y fidelidad.

  1. EL MODELO DE LA ORACIÓN (Mateo 6:9b–13)

La conocida “Oración del Padre Nuestro” tiene siete peticiones, divididas en dos secciones, enfocándose primeramente en Dios y su persona y luego en las necesidades del hombre.

  1. Enfoque en Dios (vv. 9b–10)
  1. “Padre nuestro que estás en los cielos”
    • “Padre”: denota relación íntima. No es una deidad lejana, sino un Padre personal. ¡Qué palabras más consoladoras!
    • “Nuestro”: somos parte de una familia espiritual.
    • “En los cielos”: muestra Su majestad y soberanía absoluta. Nos recuerda que aunque es cercano, también es santo y exaltado. También nos recuerda que tiene todo el poder y los recursos y toda la sabiduría para entender mis peticiones.
    • El es nuestro Padre glorioso que nos ama, que entregó a su propio hijo por amor Mt.7:7; Ro.8:32. Cuando tenemos una clara dimensión de quién es el que recibe nuestras oraciones puede cambiar radicalmente nuestra vida de oración.
  2. “Santificado sea tu nombre”
    • Petición para que Dios sea reverenciado en nuestras vidas y en el mundo. Su “nombre” representa todo lo que Él es: Su carácter, Su obra, Su gloria.
    • Implica vivir de forma que Su santidad se refleje en nosotros.
  3. “Venga tu reino”
    • Anhelamos el Reino literal y mesiánico de Cristo sobre la tierra. Esta oración es compatible con la esperanza de un reinado futuro de Cristo (cf. Ap. 20).
  4. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”
    • Así como los ángeles obedecen sin resistencia, pedimos que en la tierra se viva con esa misma sujeción.
    • Comenzando con nosotros: orar esto es comprometernos con Su voluntad, incluso si nos resulta difícil. Es anhelar que sus planes y deseos se cumplan en nuestras vidas (Lc. 22:42)
  1. Enfoque en nuestras necesidades (vv. 11–13)
  1. “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”
    • Simboliza todas las necesidades básicas. Jesús nos enseña a depender diariamente de Dios, como Israel del maná.
    • También nos recuerda a no ser avaros ni ansiosos por el mañana.
    • “nuestro… dánoslo” es una petición colectiva no egoísta
    • L provisión de Dios es diaria y la petición debe renovarse diariamente.
    • La provisión del pan de cada día demuestra confianza en Aquel que suple todas las necesidades de sus hijos (Sal. 34:8).[1]
  2. “Perdónanos nuestras deudas”
    • Pecar es contraer una deuda moral. Esta petición reconoce nuestra necesidad continua de limpieza.
    • “Así como nosotros perdonamos…”: no como condición para ser salvos, sino como evidencia de haber sido perdonados.
    • Por lo tanto esto es un recordatorio de nuestra necesidad de ser perdonado por Dios como de perdonar a otros. El verdadero discípulo de Cristo debe tener un espíritu perdonador, y jamás se parecerá más a Dios que cuando es capaz de perdonar a quien le ofenda.
  3. “No nos metas en tentación, mas líbranos del mal”
    • “no nos metas en tentación” Dios no tienta Stg. 1:13, en el original estas palabras podrían entenderse mejor como “no nos dejes sucumbir ante la tentación (Mr. 14:38) o “no nos abandones a la tentación”
    • «libranos del mal (maligno)” necesitamos pedir la protección divina para no caer en tentación. El gran negocio del maligno es hacer caer a los santos y está teniendo mucho éxito hoy en día (Jn.10:10; 1Pe.5:8). Esposos son tentados a ser infieles, jóvenes a entrar en vicios e inmoralidad, empleados a ser deshonestos, etc. clamemos por su protección diaria en nuestras vidas.
    • La Soberanía de Dios “porque tuyo es el reino” nos habla de su control exclusivo sobre todas las cosas. Si algo sucede no es por nuestro control. Dios está sentado en el trono del universo (Sal.103:19) y todo está bajo su control (Sal.47:2; 95:3) sin duda él tiene toda la autoridad para responder a nuestra oración.

Pedro confiaba en la soberanía absoluta de Dios (gr. déspotes) en su oración (Hch. 4:24).

Si algo sucede en respuesta a nuestra oración no es por nuestro control

    • La Suficiencia de Dios “tuyo es el poder” esto nos habla de su capacidad extraordinaria para actuar sobre las cosas. Si algo sucede en respuesta a nuestra oración no es por nuestra capacidad. Nada es imposible para Dios (Gn.18:14, Ro.4:21; Jer.32:17; Mt.19:26; Mr.10:27; Lc.1:37) Dios es suficiente para cambiar cualquier situación en tu vida si está en su voluntad. (la oración de Ezequias 2Re.20:1-11; la de Josué Jos.10:11-12; la de Elías Stg.5:17-18)

Job 12:13-16 dijo: con Dios está la sabiduría y el poder. Tiene poder sobre nuestra vida (v.10), sobre la naturaleza (v.15), sobre los gobernantes (v.18-19), sobre los sabios (v.17), sobre los acontecimientos (v.23)

Si algo sucede en respuesta a nuestra oración no es por nuestra capacidad.

  • La Gloria de Dios “tuya es la gloria” esto nos habla de su carácter exaltado

Nuestra motivación en nuestras oraciones debe ser buscar la gloria de Dios, no la nuestra, ni siquiera nuestro bienestar. 1Pe.4:11. Una enfermedad puede ser para la gloria de Dios Jn.11:4

Si algo sucede en respuesta a nuestra oración no es por nuestra gloria sino la Suya

Esta oración comienza con Dios y termina con Dios. Nos enseña a priorizar Su gloria antes que nuestras necesidades, y a reconocer nuestra total dependencia de Él en cada aspecto de la vida.

Siempre al orar el Señor nos va a llevar a mirar su gloria, a quitar nuestra mirada de nosotros que somos limitados y pasajeros para ponerlos en el cielo y eterno Dios.

  1. EL MEDIO DEL PERDÓN (Mateo 6:14–15)

Jesús vuelve al tema del perdón para enfatizar su importancia en la vida de oración:

“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis… tampoco vuestro Padre os perdonará.”

  • Este pasaje no habla de salvación (justificación), sino de comunión con el Padre. El perdón divino en la vida diaria está relacionado con nuestro espíritu perdonador hacia los demás.
  • Guardar rencor es una barrera en nuestra relación con Dios. No se puede orar eficazmente mientras hay amargura o falta de reconciliación.
  • Perdonar no significa justificar el pecado del otro, sino soltar la carga del resentimiento.

Examina tu corazón. ¿Hay alguien a quien no has perdonado? Esto puede ser un gran obstáculo en tu vida espiritual. La falta de perdón apaga la oración, endurece el corazón y debilita la comunión con Dios.

CONCLUSIÓN

La enseñanza de Cristo sobre la oración nos confronta con nuestro corazón. Nos llama a abandonar la religiosidad externa y buscar la autenticidad espiritual. La oración sincera:

  • Reconoce la santidad de Dios,
  • Busca Su gloria y reino primero,
  • Expresa dependencia diaria,
  • Confiesa pecado con humildad,
  • Pide protección espiritual,
  • Y vive en perdón continuo.

Orar no es recitar algo de memoria o de costumbre, es relacionarse. Es hablar con un Padre real, con un corazón real. Que nuestras oraciones sean como el incienso que sube con agrado ante el trono de Dios (Ap. 5:8).

“Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1).

[1] Dr. Carballosa. Comentario Mateo I. Pag. 243

¡¡Comparte esta publicación en tus redes sociales y ayúdanos a llenar el internet con la PALABRA DE DIOS!!

Sermones relacionados

Scroll al inicio