No juzgueis | Mateo 7:1-6 | Pastor Rodrigo Cisternas

Introducción

El Señor Jesús, antes de exponer acerca del tema de juzgar a los demás, habló del afán, que no debemos afanarnos por las cosas de este mundo, lo cual no significa que no trabajemos, que no seamos diligentes, que no nos esforcemos. Pero sí significa que estas ocupaciones no se transformen en nuestro principal objetivo de vida, sacándonos de lo que Él considera que debe ser nuestra prioridad, en este caso el reino de Dios y su justicia.

Me parece muy interesante que el Señor Jesús, después de hablar de no afanarse y de enfocarse en el reino de Dios y su justicia, que presente la parte del sermón que habla de no juzgar.

Tiene sentido para mí. Quizás el Señor no quiere que, ahora que entendemos cuál debe ser nuestro enfoque, nos pongamos a mirar cómo lo hacen los demás, o peor aún, que procuremos apuntar las faltas de otros para que no se noten las nuestras.

Contenido.

Vs 1.

«No juzguéis»

Nótese que aquí el juzgar está mirado desde una perspectiva negativa, es decir, es el acto de sentenciar una situación o a una persona… ser severo, sin consideración.

Esto no es evaluación de… sino el juicio a… El individuo que juzga en este caso es uno que es severo frente a la falta de otro, sin considerarse a sí mismo como uno que está o en la misma situación o peor que aquel que está juzgando.

El Señor Jesús da una advertencia a quienes juzgan a los demás.

«Para que no seáis juzgados».

Si no te gusta que te juzguen, entonces no seas de aquellos que juzgan a los demás.

¿Conoce el dicho por la boca muere el pez? El que juzga comienza el juego, obviamente cuando juzga lo hace delante de otros. Lo interesante es que esos otros que escuchan su juicio se convierten en los jueces de aquel que juzga.

Vs 2.

«porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido».

¿Lo entiende? De la misma forma y con los mismos argumentos que usamos para juzgar a otros, seremos juzgados nosotros. Y si hemos sido duros con otros en nuestro juicio, así también seremos tratados. Esto es lo justo, recibir el mismo trato que dimos a los demás. Lo que exijamos de los demás será lo que se exigirá de nosotros, lo que criticamos de los demás es lo que criticarán de nosotros y eso está bien, eso es justo.

El Señor Jesús lleva esta parte del sermón un paso más adelante.

Vs. 3 – 5.

«¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano?»

Esta pregunta tiene la misma intención que la del versículo 4.

«¿O cómo dirás a tu hermano?»

En otras palabras con que moral o con qué derecho levantas juicio contra tu hermano.

Aquí debemos entender la condición de este que juzga. Vs. 3 y 4.

Aquí hay dos expresiones que se resumen en una sola verdad.

«No echas de ver la viga que está en tu propio ojo»

«he aquí la viga en el ojo tuyo»

La verdad de este individuo es que juzga a otros pero él tiene mayores problemas. Se dedica a ver las faltas de otros con el fin de desviar la atención a sus propios conflictos o pecados.

El Señor Jesús, en una descripción casi caricaturesca, hace ver esta situación, por decir lo menos, como insólita, ridícula. En este hombre no existe ningún tipo de moral para actuar como juez de nadie.

Vs. 5.

«Hipócrita»

Un hipócrita es uno que finge una cualidad, sentimiento o virtud que no tiene. Aquí es uno que no repara en que tiene problemas aún más grandes y notorios que aquel a quien él se dedica a juzgar.

Podríamos pensar en un individuo que, buscando ocultar sus pecados, trata de apuntar a los defectos de otros con el fin de no quedar al descubierto; Esto es la hipocresía. Uno que Busca faltas en los demás para tapar o justificar las propias.

Vs. 5.

La exhortación del Señor Jesús es muy clara.

«Saca primero la viga de tu propio ojo, entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano».

¿Quieres marcar los detalles de otros? Primero has juicio de tus propios errores, que son mayores. El trabajo que un creyente debe hacer es con sus propios pecados y recién, cuando vea el fruto de una vida sin hipocresías, sin vigas en sus ojos, podrá ayudar a otros.

1 Corintios 11. 31; «Si nos examinásemos a nosotros mismos no seríamos juzgados».

2 Corintios 13. 5. «Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?

Solo hay un juez competente, solo hay uno que no se equivoca en su juicio, Él está sentado en el Trono eterno, Él conoce todas las cosas, justos y verdaderos son sus caminos. Dios nunca se equivoca, porque su juicio es en consecuencia y en conocimiento perfecto.

Si vamos a decirle a un hermano cuáles son sus errores, lo primero es asegurarnos que tenemos la autoridad de Dios en nosotros.

Este principio no nos dice que nosotros no debemos evaluar, hacer un juicio de aquellas cosas que evidentemente son malas a los ojos de Dios.

1 Tesalonicense 5. 21. «Examinadlo todo; retened lo bueno».

Lo que el Señor Jesús nos está enseñando aquí es de no hacer un juicio inconsecuente por llevar la vida de un hipócrita, pero el analizar las evidencias con corazón justo, por cierto que debemos hacerlo.

¿Recuerda el caso de inmoralidad tratado por Pablo en 1 corintios 5?

1 corintios 5: 3 – 5. Pablo hizo un juicio, lo cual era absolutamente necesario para limpiar la iglesia ¿Acaso esto convierte a Pablo en uno de aquellos que juzga? Por supuesto que no, la razón es que Pablo lo hace consecuentemente, sin estar involucrado en este tipo de práctica pecaminosa o procurando ocultar con esto sus propias faltas.

  1. TS. El otro mandato del Señor aquí está en el verso 6.

«No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos».

Ahora el Señor cruza la vereda y se coloca del otro lado. Ahora el Señor coloca la mirada en el receptor, en el oyente, en aquel que recibe la crítica.

Ahora vemos a un hombre que tiene toda la moral, la idoneidad, la sabiduría, la autoridad, la sensibilidad, la humildad y el deseo sincero de ayudar a alguien que por cierto tiene su vida hecha un desastre, pero que no escucha a nadie, y vive y muere por su propia ley. No existe la persona que le haga cambiar su forma de pensar y de hacer las cosas.

¿Cuál es el consejo del Señor en esta situación?

«No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos».

Ambos animales fueron considerados en la Biblia animales inmundos, por lo tanto, aquí no habla literalmente de perros y cerdos, sino de personas que tienen un corazón necio, entregado a su maldad y con vidas confinadas a un camino de perdición.

Hay un pasaje que coloca a estos dos animales en la misma escena.

2 Pedro 2: 22. «Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito y la puerca lavada a revolcarse en el cieno»

Este pasaje habla de personas que estuvieron en el camino del Señor pero que decidieron volver atrás. Tema para otro estudio. Pero hay una pregunta acá:

¿Qué nos muestra este pasaje acerca del carácter de estos animales?

Aparte de saber que son inmundos, aman lo inmundo y aunque intentes sacarlos de allí y darles una mejor vida, ellos, por su naturaleza, volverán a su inmundicia.

Si quieres ayudar a alguien y de verdad tienes la autoridad de Dios para hacerlo, cuida de no regalarle tus palabras a quienes no les interesen o que simplemente las desprecien.

«No sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen»

El intento insistente de querer aconsejar a una persona con estas características puede traer consecuencias muy malas para quien está tratando de ayudarle.

Todo en esta sección está tratado por el Señor Jesús con figuras retóricas, que son formas ilustrativas para ayudar a la imaginación para que pueda entender mejor el mensaje.

Este tipo de personas se burlan de lo santo, pisotean lo que para aquel que está aconsejándole tiene demasiada importancia, las perlas aquí bien pueden ser las verdades de Dios.

Ellos se pueden volver y despedazarte. Que en palabras simples significa causarte mucho mal, aunque tu intención fue causarles un gran bien.

Proverbios 9. 8. «No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; corrige al sabio, y te amará».

Proverbios 14. 7. «Vete de delante del hombre necio, porque en él no hallarás labios de ciencia».

Proverbios 17. 10. «La reprensión aprovecha al entendido, Más que cien azotes al necio».

Conclusión.

La lección es doble aquí; no juzgues a nadie, no apuntes a otros buscando disculpar tus propios y grandes fracasos o pecados apuntando a los demás. Trata con tu propia maldad y problemas primero, dirige tus juicios hacia ti mismo y procura cambiar.

Y si ya eres de aquellos que ya han pasado por esto y tienes autoridad de Dios y quieres ayudar a otros; cuida de no perder tu tiempo y tus valiosos consejos con personas que no les importan tus palabras, que solo se burlan y no tienen la menor intención de cambiar.

Siempre habrá alguien que sí necesite esas palabras, no se las des a quien no las quiere escuchar.

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