Seminario Profetas Menores | Oséas | Pastor Rodrigo Cisternas

Introducción

Excepto por lo que se puede intuir del mismo texto, no se sabe nada acerca de Oseas (su nombre significa “Salvación”, mismo nombre que tuvo Josué según Números 13: 8, 16). Probablemente procedía del reino del norte, por cuanto hay muchas menciones geográficas en el mensaje (p. ej., 4: 15; 5: 1; 6: 8).

Esto haría que él y Jonás fueran los únicos profetas del norte que escribieron. (John MacArthur)

Su ministerio queda claramente datado por los reinos de cuatro reyes del sur (Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías) y Jeroboam II del norte (1: 1). Una fecha razonable para esta profecía sería el 750 a. C.

La profecía de Oseas fue la última voz de Dios al reino del norte (Israel) antes de su destrucción. Fue un intento en gracia de rescatar a personas individuales de entre la nación sentenciada. Este mensaje de juicio fue cumplido al cabo de pocos años.

Un par de consideraciones especiales de este libro. Primero, Oseas llama al reino del norte por varios nombres: Israel, Efraín y Samaria (p. ej., 4: 16 – 17; 5: 9 – 13; 7: 1; 10: 6 – 7). Israel, naturalmente, es la designación usual; Samaria era la capital del reino del norte y su nombre simbolizaba a toda la nación; Efraín se usa porque la tribu con este nombre era la más poderosa de las tribus en el reino del norte.

Segundo, Oseas no ejerció su ministerio en tiempos amables. Israel estaba en una decadencia espiritual, moral y política sin comparación. Después de la muerte de Jeroboam II, los asesinatos y las intrigas fueron cosa común en la política de Israel. De los últimos seis reyes en el trono, solo uno murió de forma natural en el cargo (cp. 2 R. 15: 10 – 30). Moral y espiritualmente, el pueblo estaba casi en su totalidad contaminado.

Una nota de E. B. Pusey, deja testimonio de la condición del reino del norte:

“La sangre se derrama como agua hasta que una corriente confluyó con otra y se extendieron sobre la tierra como una contaminadora inundación. El adulterio quedó consagrado como acto religioso. Los que destacaban en rango, destacaban en disolución. El pueblo y el rey vivían en libertinaje, y el alcoholizado rey se unía a los librepensadores y blasfemos de la corte y los animaba. Los idolátricos sacerdotes amaban los pecados del pueblo y compartían en ellos… la corrupción se había extendido por toda la tierra; incluso aquellos lugares que habían sido sagrados en el pasado por las revelaciones de Dios u otras misericordias a sus antepasados, Betel, Gilgal, Mizpa, Siquem, eran especiales escenarios de corrupción o pecado”. (Los Profetas Menores (Grand Rapids: Baker, 1965), 1: 12.)

La nación había corrompido su camino como aquellas naciones las cuales Josué había expulsado hacía muchos siglos. Oseas fue enviado, como el último profeta de Dios, a esta situación corrompida. Es probable que Oseas por un breve período ejerció su ministerio de manera contemporánea a Amós en el norte y Miqueas al sur.

La primera sección principal de la profecía se centra en la situación familiar del profeta, la cual será la base de gran parte del mensaje de Oseas (1: 1 – 3: 5). La familia de Oseas, o más específicamente la relación de Oseas con su mujer, vendría a ser una ilustración del amor de Dios para con Israel. Oseas amaría a su mujer aunque ella le sería infiel. Y Dios amaba a Israel aunque Israel le había sido totalmente infiel.

El término «mujer fornicaria» (1: 2) sugiere intensamente que Gomer (la mujer de Oseas) era culpable de inmoralidad sexual antes del matrimonio, quizás como prostituta de un templo. La imagen de prostitución es usada por Oseas a lo largo de su mensaje (2: 2 – 5; 3: 3; 4: 10 – 19); 5: 3 – 4; 6: 10; 9: 1). Era un tema totalmente apropiado para la nación de Israel en su relación con Dios. Oseas se casó con Gomer y le nacieron tres hijos, que recibieron nombres que dirían algo acerca de la relación de Dios con Israel (1: 4, 6, 9). El primogénito fue llamado Jezreel (nombre que simboliza juicio); el segundo, una hija, Lo- ruhama (que significa no compadecida); el tercero, Lo-ammi (que significa no mi pueblo, dando a entender que Dios se estaba alejando de Israel). Hay cierta evidencia de que aunque el primer hijo era claramente de Oseas, los otros dos no fueron engendrados por él.

Evidentemente, Gomer se cansó de la vida del matrimonio y abandonó a Oseas, volviéndose a su vida de inmoralidad (2: 2, 5). Durante un tiempo vivió la «buena vida» de abundancia material y prosperidad. Evidentemente durante esa época, Oseas realmente contribuyó con el sostenimiento de su esposa descarriada (2: 8). Esto, por supuesto, sería un paralelismo preciso de lo que Dios había hecho por Israel, prosperándola durante el reinado de Jeroboam II cuando estaba profundamente involucrada en la idolatría. La «buena vida» de Gomer tuvo un terrible final y terminó en una subasta, vendida como esclava. Dios mandó entonces a Oseas que fuese y comprase a su mujer y la restaurase como esposa suya (3: 1 – 3), lo cual hizo. Esta experiencia en la vida de Oseas fue ideada para mostrarle a Israel cuán profundo e inmutable era el amor de Dios. y serviría de base para el ministerio de predicación de Oseas.

La segunda división principal de esta profecía es un mensaje a esta infiel nación de Israel que había recibido tanto de Jehová (4: 1 – 14: 9) La nación de Israel (el reino del norte) había abandonado a su «marido» yéndose en pos de otros dioses y cometiendo adulterio espiritual. El hecho de abandonar al Señor había engendrado una multitud de pecados que son mencionados por Oseas: infidelidad, blasfemia, engaño, homicidio, robo, adulterio, rebelión, idolatría, desobediencia, soberbia, terquedad y participación en espiritismo (4: 1 – 2, 10 – 14, 16; 5. 5; 6: 8 – 10). Oseas observa que los líderes del pueblo, quienes debían ser de ejemplo, eran tan pecadores como ellos (4: 9, 18; 5: 1; 7: 5; 9: 15). Los israelitas habían oído la advertencia de parte de Dios una y otra vez. Su falta de respuesta los había endurecido tanto que no querían arrepentirse (5: 4), lo que significaba que el juicio era seguro. Aunque Oseas veía que el juicio era inevitable, al igual que los otros profetas estaba seguro de que Dios restauraría a Israel en el futuro (14: 4 – 9).

 

¡¡Comparte esta publicación en tus redes sociales y ayúdanos a llenar el internet con la PALABRA DE DIOS!!

Sermones relacionados

Scroll al inicio