Introducción
En toda la historia de Abram, Dios ha sido central; Dios lo llamó de Ur de los Caldeos, él sale de allí en obediencia a Dios; Dios le ha prometido hacer de él una gran nación y darle a su descendencia aquella tierra. Abram ha pasado por altos y bajos en este peregrinar; en momentos difíciles bajó a Egipto y dispuso la tierra para que su sobrino escogiera, pero también vemos que su fe ha ido de menos a más. En su última experiencia, vemos a Abram con la firme convicción de que es Dios su sustento.
Por el otro lado, vemos a Dios que no permite que Abram olvide sus promesas. Dios, cada cierto tiempo, viene a Abram, lo visita y le recuerda, de distinta forma, las mismas palabras.
Génesis 12: 7.
Génesis 13: 14 – 16.
Génesis 15: 1 – 2.
¿Por qué insistir tanto en repetir su promesa?
Me parece ver que Dios busca en Abram que su fe sea profunda, que tenga raíces profundas; pero ¿Acaso no ha creído? ¿Acaso no hizo el viaje de su vida por causa de sus palabras? Si, Abram ha hecho varias cosas por causa de la voz de Dios, sin embargo, Dios insiste en traer su palabra a la vida de Abram.
«La fe viene por el oír y el oír por la palabra de Dios»
En este episodio Abram tendrá una noche con Dios que será inolvidable-
Génesis 15: 1 – 6.
El primer diálogo de Abram con Dios.
Decimos el primer diálogo de Abram con Dios porque hasta este momento Abram solo había escuchado a Dios y había actuado en respuesta a sus palabras; sin embargo, en esta ocasión, Abram habla con Dios y le presenta las cosas que estaba en su corazón.
Vs 1 – 2.
El primer diálogo es de Dios.
El que Dios sea accesible hace que el diálogo sea una realidad. Dios se ha mostrado cercano a Abram y dispuesto a establecer una relación cercana. Lo ha hecho en distintos momentos, demostrando su deseo de establecer esta relación de amistad con Abram. Si Dios no se hace accesible ¿Quién podría conocer si quiera en lo más mínimo a Dios? Todo lo que sabemos de Dios, es porque él lo ha dado a conocer. El hombre no sabría nada de Dios, si Dios no lo hubiese revelado. Notemos las palabras del Señor.
«No temas» Hubo algo de temor en la vida de Abram en ese momento, algo de preocupación por lo que vendría. ¿Qué podría estar atemorizando a Abram?
Recordemos que venía de derrotar a cuatro reyes babilonios, probablemente su temor venía de una posible réplica, o un ataque sorpresa.
¿Cuánto nos pueden asustar cosas que posiblemente nunca pasarán?
Abram quizás, pensando en lo que podría suceder tenía miedo.
Dios le habla directo a Abram diciendo: No temas. Deja de tener miedo, deja de lado ese sentimiento.
Dios quería que Abram tuviera paz, no miedo. Interesante que esto es lo mismo que el Señor quiere que nosotros experimentemos.
Filipenses 4: 6 – 7: «Por nada estéis afanosos (angustiados, preocupados) sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús».
«Abram; Yo soy tu escudo» Dios le garantiza su protección personal. Así como te llevé a la victoria, te protegeré después de ella. Si alguien te quiere atacar yo te defenderé cuál escudo en las manos de un soldado.
Esta misma expresión usó el rey David muchos años después. En el Salmo 3: 3 leemos: «Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza».
«Y tu galardón será sobremanera grande» Dios insiste en su plan favorable hacia Abram. Una recompensa, un premio, sobremanera grande. Esto suena a superlativo. Un superlativo es un recurso gramatical que se usa para resaltar una cosa sobre otra de cualidad similar. Por ejemplo: “El Cantar de los cantares” la idea es mostrar que lo señalado es mucho más que el resto de lo que no ha sido señalado. Generalmente se usa la terminación “ísimo”; por ejemplo poderosísimo, grandísimo, pero también se usan adverbios que indican grados máximos o extremos, como, en este caso “sobremanera”.
Su recompensa no sería grande sino grandísima, o muchísimo más que grande.
Pregunta: ¿Qué había hecho Abram para merecer tanta consideración de parte de Dios? Nada, Abram era recipiente de la gracia de Dios, por decisión absoluta de Dios. esta historia es una historia de gracia; Dios decide tratar con este hombre e invertir su tiempo en él, darle experiencias especiales, estar a su lado, guiarlo y finalmente llevarlo a vivir al lado de él. ¿Por qué? ¿Acaso Abram fue un hombre perfecto toda su vida? No; ¿Acaso Abram tuvo un caminar impecable con Dios después de salir de Ur? No. ¿Acaso Dios sabía que en el futuro Abram nunca más fallaría? Al contrario, aún quedan muchas cosas que trabajar en la vida de Abram, entonces ¿que vio Dios en Abram? Lo mismo que ve en cada uno de nosotros, un hombre pecador, pero con quien Dios quiso trabajar. Es solo cuestión de su gracia. Ninguno de nosotros está lejos de aquella gracia, porque todos somos iguales a Abram, unos pobres pecadores.
Aún me cuesta entender que Jesús prometa llevarnos a la casa del Padre y darnos un lugar en el cielo sabiendo quienes somos. Pero es allí donde recuerdo que Dios es un Dios de gracia; que otorga promesas inimaginables, inmerecidas, impensadas a los hijos de los hombres. “Quien tiene a Dios lo tiene todo, aunque no tenga nada y quien no tiene a Dios, aunque lo tenga todo, no tiene nada”.
Notemos que las palabras de Dios son pocas en realidad. Se pueden resumir en tres simples frases. Son pocas palabras pero son las palabras que Abram necesitaba escuchar. Son pocas pero son palabras que dan enfoque, que corrigen la visión nublada; son palabras que entregan paz, dan seguridad; son palabras que portan esperanza, que le recuerdan a Abram que Dios no ha dejado de pensar en su situación.
Vs 2 – 3.
La segunda parte de este diálogo es de Abram.
Ahora esta relación está llegando a un punto tan cercano que Abram siente la libertad de expresarle al Señor sus preocupaciones, su sentir.
No parece Abram emocionado cuando Dios le dice que su galardón será sobremanera grande. Y lo expresa Abram con respeto pero con mucha sinceridad.
Ambos textos dicen de distinta forma lo mismo: No me has dado hijo. Abram abre su corazón y de tantas cosas que le podría pedir a Dios, le expresa su más profundo deseo. Me gustaría tener hijos.
Al parecer de tantas cosas que Dios le pudiera dar como recompensa la que más anhelaba Abram, y que no había recibido, era la de ser padre. Y esto es lo que Abram ha pensado por tiempo.
Vs 3.
Abram con palabras respetuosas pero sinceras le plantea lo que él ve que pasará si las cosas siguen igual. «Mi heredero será un esclavo nacido en mi casa». Esto era lo que Abram veía como posible escenario. Suena triste, porque la vida de los hombres, sin la intervención de Dios es triste. Necesitamos a Dios más de lo que imaginamos. Abram, como todo ser humanos, cuando pone su mirada en lo que hay, se desanima. Lo que hay delante de los ojos de los hombres siempre llama a depresión, a tristeza. Tan fuerte era lo que tenía Abram delante de sus ojos que le hacía olvidar lo que Dios le había prometido.
Vs 4 – 5.
En la tercera parte de este diálogo Dios responde a la inquietud de Abram.
Interesante que Dios toma pocas palabras para prometer, pero toma muchas más para animar a Abram.
Vs 4.
Primero Dios confirma sus planes a Abram. En los planes de Dios no es un esclavo de Abram su heredero sino un hijo suyo. Dios le confirma a Abram y le dice: Abram tú tendrás hijos, tú serás padre. Note la expresión: «Un hijo tuyo».
Vs 5.
Luego le da una vez más una gran porción de seguridad.
Dios lo saca a Abram y lo lleva a contemplar las estrellas (Por eso sabemos que esta conversación fue en la noche y que todo lo que se vivió en este capítulo fue en un contexto de noche y amanecida. Fue una noche inolvidable)
Una vez más Dios usa la naturaleza para ejemplificarle lo grande que será su descendencia.
En Génesis 13: 16 Dios dijo: «Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada»
Y ahora, usando las estrellas dice: «cuenta las estrellas si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia».
Esto muestra la proporción de la promesa de Dios. Nosotros podemos ver en esta historia a un hombre sin hijo y con una esposa estéril pero Dios ve al mismo hombre con una descendencia solo comparada al polvo de la tierra o a las estrellas del cielo.
Dios lo ve así porque él se encargará que esto sea así; Cuando Dios decide señalar a un hombre y bendecirlo, Dios se encarga de cambiar su realidad.
Génesis 15: 6.
La reacción de Abram frente a esta promesa.
El texto dice: «Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia».
Si vemos Romanos 4: 1 – 3, podemos ver que es en este momento que la fe de Abram le es contada por justicia o ha encontrado por medio de ella justificación. Podríamos decir que en este momento Abram ha sido justificado delante de Dios por medio de la fe.
¿Y todo lo vivido anteriormente? Todo fue un proceso de Dios, para llevarlo a este punto de entrega. Abram, hasta este punto, había mostrado disposición a seguir a Dios, estaba viviendo ciertas experiencias que le estaban acercando a Dios, estaba entendiendo poco a poco quien era Dios, pero ahora llegó el momento de creer de una forma distintiva, de la forma en la cual Dios espera que todos crean. Una fe basada en su palabra. Tú lo dices, yo de todo corazón te creo. Creo en ti, por lo tanto, creo en tus palabras, creo en tus palabras porque creo en ti.
Todo lo vivido anteriormente fue la antesala, la preparación para que su corazón llegara a este punto donde Abram es justificado por la fe.
La salvación es tanto un proceso como un evento; un proceso porque Dios usa circunstancias en nuestra vida para manifestarse, para darse a conocer y también un evento, porque llega el día donde ponemos nuestra confianza en Dios de forma sincera y profunda y los cambios comienzan a suceder de forma milagrosa.
Ya no soy yo sino Dios en mí. Ya no son mis términos sino los suyos. No es a mi forma sino a la suya.
¿Lloró Abram? ¿Saltó de alegría? ¿Cayó de rodillas? La respuesta es sencilla: no sabemos. Lo que sí sabemos es que Abram creyó. Y eso es lo más importante.
“El creer a Dios no se basa en un acto externo, sino en una convicción interna, que trae cambios tanto internos como externos”.
Vs 7 – 20.
Dios continúa con el relato.
Vs 7.
A través de este relato Dios le confirma a Abram que ha sido él el responsable de su salida de Ur de los Caldeos para darle la tierra de Canaán.
Vs. 8.
Una vez más, en muestra de confianza, Abram pregunta acerca de esa promesa: ¿en qué conoceré que la he de heredar? en otras palabras ¿Hay algo que me des como garantía?
Dios no se complica con la inquietud de Abram, por el contrario, prepara todo un escenario para ayudar a Abram a entender la seriedad de sus palabras.
Vs 9.
Interesante que Dios pide animales de distintos tamaños ¿Por qué?
Los pactos, cuando se celebran, dependiendo de la promesa, es el tamaño del animal. Un pacto de alto compromiso debe incluir un animal grande, que ejemplifique el peso del pacto. Un pacto pequeño, se ejemplifica con un animal pequeño, hasta el punto de una pequeña ave.
¿Qué significa el hecho de que Dios pidiera animales grandes hasta animales pequeños?
Se entiende que Dios se compromete a cumplir con toda promesa hecha a Abram; sean aspectos pequeños o grandes, Abram podría estar seguro que Dios cuidaría de cada uno de estos detalles. Dios no fallará a ninguna de sus palabras, Dios no fallará a ninguna de sus promesas.
Vs 10 – 12.
Abram prepara el pacto pero se queda dormido.
Recordemos que este capítulo, todo fue de noche o tarde noche; entonces Abram en la altura de la noche, esperando a Dios, se queda dormido ya que era muy tarde.
Esto nos enseña que los hombres aun con nuestras mejores intenciones nos cansamos y sedemos. Dios es fuerte y no duerme. Nuestras fuerzas se acaban, pero Dios es siempre presente. Dios no necesita de nada ni de nadie para existir; es el auto existente. Por el contrario, nosotros los hombres, aun en nuestra mejor intención somos débiles.
¿Podríamos en esta condición de debilidad sostener un pacto para con Dios?
Dios saca a Abram de esta escena y por cierto hace un pacto con Abram, pero es un pacto que se conoce como incondicional; es decir que viene solo de Dios, que solo depende de Dios, no de lo que haga o no haga el hombre.
Vs 13 – 16.
El pacto de Dios tuvo que ver con Abram y su descendencia.
Vs 13 – 14.
La descendencia morará en tierra ajena.
400 años. Este número es una aproximación, no pretende el escritor ser preciso sino general.
Será oprimida 400 años. Sería una descendencia sufrida. Tendrán una vida dura.
Después de esto saldrán con gran riqueza. Dios a la postre les daría grandes tesoros.
Vs 15.
En el caso de Abram. Sería bendecido con una vida en paz y una vida extensa.
Vs 16.
En el caso de su descendencia. Dios estaba mirando de usarlos como espada de juicio en contra de los amorreos.
Vs 17 – 21.
El pacto de Dios fue hecho solo por Dios.
Vs 17.
La imagen es nítida. «Una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos» Esta es la misma presencia de Dios haciendo un pacto, un compromiso para con Abram.
No es Abram el que pasa por en medio de estos animales partidos, sino es Dios quien se compromete con Abram y con su descendencia.
Vs 18.
El pacto de Dios tiene que ver con darle a la descendencia de Abram aquella tierra.
Dios es específico mencionando las fronteras geográficas que incluía este pacto.
Vs 19 – 21.
No solo especifica a través de las fronteras geográficas, también lo hace a través de los pueblos.
Dios entrega toda la garantía y todas las precisiones. Dios con esto trae seguridad a Abram que todo lo que él ha prometido, se cumplirá. No hay que tener temor acerca de lo que Dios nos ha prometido. No debemos dejar que el temor penetre nuestros corazones en aquellas promesas que Dios nos ha hecho.