Si, si, no, no: la honestidad al hablar. | Mateo 5:33-37 | Pr. David Hernández

Introducción

Jesús fue radical en su enseñanza, desafiando profundamente el pensamiento de su tiempo.


Por ejemplo, al referirse al sexto mandamiento (“no matarás”) y al séptimo (“no cometerás adulterio”), dejó en claro que la transgresión no se limitaba a la acción externa, sino que también incluía la actitud del corazón. Es decir, ante los ojos de Dios, no solo es condenable el acto consumado, sino también la intención interna, incluso si la acción no llega a concretarse.

Dios no busca en sus hijos una religiosidad superficial basada solo en la conducta externa, sino un carácter transformado y una actitud íntegra en lo más profundo del corazón. Esta verdad fue olvidada por muchos religiosos en tiempos de Jesús, y lamentablemente, sigue siendo ignorada por gran parte del cristianismo actual.

Después de abordar temas como la violencia, la sexualidad y el divorcio, Jesús dirige ahora su atención al lenguaje, específicamente a la falta de honestidad en nuestras palabras.

Ia. LA DISTORSIÓN DEL LENGUAJE 5:33-36

También habéis oído que se dijo a los antepasados: «NO JURARAS FALSAMENTE, SINO QUE CUMPLIRAS TUS JURAMENTOS AL SEÑOR.»(LBLA)

Cómo hemos mencionado anteriormente, Jesús dentro de su majestuoso sermón, entrega 6 antítesis, hoy veremos la cuarta de ellas “no hacer juramento”.

Los rabinos no solo eran permisivos en su actitud hacia el divorcio sino también en su enseñanza sobre los juramentos.

Moisés en la antigüedad enseñó sobre lo malo que era jurar falsamente y en el deber de cumplir los juramentos que uno hace (Ex.20:7; Lv.19:12;Nm.30:2; Dt.23:21-25).

Pero los fariseos desvirtuaron la interpretación y abusaron de ella  diciendo que no era tan grave el no cumplir un juramento si no había sido hecho “en el nombre del Señor (Mt.23:16-22).

El expositor John Broadus (citado por E. Carballosa) observa que:

Los judíos eran notables por su uso frecuente de juramentos en la conversación común, jurando por el templo, por el altar, por el cordero, por las vasijas, por la ley, por Moisés, por los profetas, por la vida de los rabinos. Tan común era la práctica que aun entre los que se hicieron cristianos continuó como un gran mal y Santiago, escribiendo a los cristianos judíos, la condena con énfasis especial: “Más sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por otro cualquier juramento” (Stg. 5:12).[1]

De esta manera desvirtuaron el mandamiento dado en Levítico 19: 12 pensando que si un juramento no incluía el nombre de Dios no era obligatorio cumplirlo,  dejando así abierta la puerta a la deshonestidad.

¿Pasa eso hoy en día? ¿Vendería su auto sólo de palabra? ¿Cuándo promete algo lo cumple?

“Sino cumplirás al Señor tus juramentos”: Cumplirás tiene el sentido en el original de “Devolver” “dar por completo”, teniendo el sentido profundo de “cumplir con la responsabilidad que hemos adquirido” . Deuteronomio 23:21 nos dice “Cuando haces voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará Jehová tu Dios de ti, y sería pecado en ti”

En otras palabras, para los escribas, fariseos y quienes les antecedieron, un voto o juramento que incluía el nombre del Señor sí debía cumplirse fielmente. Pero si el nombre de Dios no era mencionado explícitamente, entonces el compromiso se consideraba menos importante, y no se sentían obligados a cumplirlo con la misma seriedad.

Por eso, en la vida cotidiana comenzaron a usar expresiones como “juro por el cielo”, “por la tierra”, “por Jerusalén”, e incluso “por el templo” o “por el altar” (como menciona Mateo 23:16, 18). Todo esto se hacía con el propósito de impresionar a otros, haciendo promesas exageradas o aparentando una mayor sinceridad. Inclusive en el vr. 36 demuestra lo absurdo e imposible de controlar que hasta juraban por su cabeza, cuando ni siquiera tenían el poder de cambiar el color de un cabello.

El problema era que, si lo dicho no era verdad, o si la promesa no se tenía intención de cumplir, no se consideraba tan grave, siempre y cuando no se hubiera mencionado el nombre del Señor.

No cabe dudas que en nuestra sociedad tenemos graves problemas en cuando al lenguaje:

  • Lenguaje Deshonesto, 36:3 “las palabras del impío son iniquidad y fraude” (10:7) llena está su boca de maldición, y de engaños y fraude

Un corazón mentiroso se manifiesta en palabras torcidas y mal intencionadas: el mentiroso no lo es por decir mentiras, sino que dice mentiras porque es mentiroso.

El lenguaje deshonesto no solo se refiere a una mentira directa, sino también a toda forma de manipulación, exageración, hipocresía, promesas incumplidas, y evasiones intencionales. La Biblia no minimiza esto: lo llama pecado y lo identifica con el carácter del impío.
“Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso y de la lengua engañosa”. Salmo 120:2 LBLA

Hay 372 vs en RV60 que hablan de la boca y 144 que hablan sobre la lengua.  Vivimos en una sociedad mentirosa, los hijos engañan a sus padres, los esposos a sus esposas, los empleados a sus jefes, los jefes a los empleados,  se dice, se promete pero se engaña porque no se cumple.


“Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: los ojos altivos, la lengua mentirosa…” Proverbios 6:16-17

  • Lenguaje Destructivo 17:4 “Y el mentiroso escucha la lengua detractora”; Pr.12:18 Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Pr. 18:8 Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetras hasta las entrañas; Stgo.3:6

Como sabemos las palabras tienen poder, no son neutras, estas poseen el poder para edificar como para destruir, sanar o herir profundamente, generalmente se ocupen más para la segunda opción.

La lengua puede contaminar todo el cuerpo, Santiago 3:6 no advierte que esta pequeña herramienta pero potente, si es controlada por la carne será usada para los propósitos del infierno, pero si es controlada por el Espíritu Santo será usada para los propósitos del cielo.

La lengua puede arruinar vidas enteras, destruir relaciones, dividir iglesias, contaminar ministerios y causar estragos que solo el cielo podrá medir.

Hay cónyuges destruidos, hijos destrozados, padres heridos, iglesias dañadas por el lenguaje destructivo. No solo por hablar duramente sino también por murmurar negligentemente.

Pero no queda esto allí, sino que también la lengua tiene mucho que ver con el chisme. Proverbios 18:8 nos dicen que las palabras del chismoso son como caramelos para un niño que se los devora cuando se los dan.

Los chismes y las habladurías no solo manchan la reputación de otros, sino que corrompen el alma del que los escucha. Son palabras dulces al oído carnal, pero veneno al alma

Debemos examinarnos y pedir perdón a Dios y a quien hemos dañado con este pecado.

Como iglesia debemos pedir a Dios un corazón limpio para que nuestras palabras sean de edificación (Efesios 4:29).

El lenguaje destructivo no tiene ningún lugar en la comunión del cuerpo de Cristo, sino que nuestras bocas deben ser fuentes de Gracia al oyente. Que entreguen palabras que sanen y no que hieran.

 

  • Lenguaje Depravado Pr. 10:32 “La boca de los impíos habla perversidades”

Vivimos en usa sociedad que usa un lenguaje sucio, vulgar, con doble sentido, inmoral, lleno de insultos y humor perverso. Todo esto es la evidencia de un corazón humano corrompido por el pecado.

Jesús dijo en Mateo 12:34: “De la abundancia del corazón habla la boca”

Es decir que  lo obsceno, degradante y perverso es simplemente el reflejo expresado en palabras de un corazón depravado. La lengua no inventa el pecado, lo expresa.

Mateo15:18-19 “pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.  Porque del corazón salen los malos pensamientos,…”

Jesús no condena solo lo que se hace, sino ,lo que se dice, porque todo eso proviene del mismo lugar: un corazón que necesita redención.

El creyente verdadero no puede participar de este tipo de lenguaje, ya ha sido redimido por Cristo y debe honrarle con sus palabras, mire lo que dice Colosenses 4:6 “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal…”

Efesios 4:29 “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación…”

La respuesta de Jesús no fue de tolerancia ni de humor a esta práctica pecaminosa, sino de llamado al arrepentimiento y pureza de corazón. Como cristianos estamos llamados a ser sal y luz también en nuestra manera de hablar,

Nuestra sociedad ha desvirtuado el lenguaje y el creyente  ha dejado que entre a sus vidas, sus casas, pero,  ¿cuál es la respuesta de Jesús frente a esta situación’

IIa. LA DIGNIDAD DEL LENGUAJE 5:37

“Pero sea vuestro hablar:  Sí,  sí;  no,  no;  porque lo que es más de esto,  de mal procede”

Jesús continúa su enseñanza con un “pero” indicando que el lenguaje de sus verdaderos seguidores debería ser radicalmente opuesto, no debería estar marcado por la deshonestidad y el engaño sino que debería ser caracterizado por:

  • La Sinceridad, vuestro hablar debe ser sí, sí; no, no, contundente, claro, sin vueltas ni engaño. Ef.4:25 “hablad verdad cada uno con su prójimo”. Como Pablo enseña a los Colosenses 3:5-8 “hay que hacer morir lo terrenal… y dejar de lado las palabras deshonestas”.

La idea del texto es que el “sí” (naí) del seguidor de Cristo debe ser siempre “sí” y su “no” (ou) debe ser siempre “no”. O sea que el verdadero discípulo de Cristo no mezcla el “sí” y el “no”. El seguidor de Cristo no tiene necesidad de jurar puesto que debe caracterizarse por decir la verdad frente a cualquier circunstancia (vea 2 Co. 1:17-20; Stg. 5:12). El Señor Jesucristo no deja opción. El manda a actuar como agrada a Dios. Obsérvese el verbo “sea” (ésto): Es el modo imperativo tiempo presente. O sea, es un mandato a realizar una acción de manera continua: “Mas sea (continuamente) vuestra palabra sí, sí, no, no”.[2]

El discípulo de Cristo debe ser honesto sin recurrir a juramentos para cumplir su palabra. Necesitamos ver hombres y mujeres honestos en un mundo mentiroso; esposos y esposas honestos en un mundo lleno de engaños; hijos honestos, empleados honestos. Nuestro Salvador no espera menos que esto.

Ser honesto implica vivir con integridad y transparencia, sin doblez, sin engaño, sin ocultamientos. Es hacer lo correcto aunque nadie esté mirando.

Mejor es el pobre que camina en integridad, que el de perversos labios y fatuo» (Proverbios 19:1).

Ser sincero es tener un corazón limpio, no andar con máscaras, no aparenta lo que no es, habla y actúa desde la verdad de su corazón.

  • La Santidad, “ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca” Ef. 4:29

Lit. podrida, contaminada, inútil, dañina. nuestro hablar debe ser santo, separado

El lenguaje del creyente debe estar apartado del mal, consagrado al bien, y ser un instrumento de bendición.

1 Pedro 1:15 “Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir”.

Así como el proceso de osmosis inversa que pasa el agua la cual tenemos en casa para tomar, Cada palabra que pronunciamos debe pasar por tres filtros:

  • ¿es verdad?,
  • ¿es necesaria?,
  • ¿es edificante?

Si no cumple con eso, no debería salir de nuestra boca.

  • La Sensibilidad, “sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”, la sensibilidad a otras personas, a edificarles a bendecirles
  • “de mal procede” : esta parte final del texto puede traducirse del original “procede del maligno haciendo referencia a Satanás.

CONCLUSIÓN:

Jesús espera de sus seguidores una conducta diferente en cuanto a su lenguaje que no dependa de juramentos para ser honesto sino que tenga un hablar honesto, sincero, santo. Pero este hablar diferente es el resultado del control del Espíritu Santo de Dios, que es el Espíritu de Verdad, el cual el mundo no puede recibir (Jn. 14:17)

3 Juan 4 nos dice “No tengo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad”

[1] John A. Broadus, Comentario sobre el Evangelio según Mateo, p. 149.

[2] E. Carballosa. Mateo Tomo I. Pag. 224

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