Introducción
Como todo rey, el Señor Jesús también tuvo quien anunciara su llegada. Este hombre fiel se llamó Juan a quien le apodaron el Bautista o Bautizador (Este nombre no tiene ninguna relación con nuestra denominación “Bautista”. Los Bautistas tenemos otra historia relacionada con el bautismo, pero no en relación con Juan el Bautista).
Juan tenía una misión “preparar el camino del Señor, enderezar sus sendas”; Esta misión involucraba recordar al pueblo la llegada del Mesías y, por lo tanto, llamarlos al arrepentimiento para que el Mesías los recibiera. Juan desarrolló el ministerio del bautismo para arrepentimiento; él, a través de la exposición de la palabra de Dios, haría ver a las personas su condición pecaminosa, procuraría convencerlos de su pecado y de su necesidad de arrepentimiento. Si las personas entendían y aceptaban el mensaje, se les llevaba a dar testimonio de su nueva fe por medio de un acto público conocido como el Bautismo.(inmersión, sumergir).
Mateo 3. 1.
En aquellos días… esta expresión no tiene relación con la historia recién presentada de Mateo capítulo 2, donde termina diciendo que Jesús junto a sus padres vivirían en Nazaret; Mateo 2 termina en la niñez de Jesús y Mateo 3 ya está en la vida adulta de Jesús.
En aquellos días, se refiere en aquellos días donde Jesús estaba por iniciar su ministerio. Ya habían pasado cerca de 30 años entre un versículo y otro. Ya Juan y Jesús eran hombres, listos para comenzar ministerios públicos, los cuales comenzaban a los 30 años o cercano a eso.
Lucas 3: 23 dice: “Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía de José, hijo de Elí”. En el desierto de Judea… Juan desarrolló su ministerio en el centro del país; por otro lado Jesús lo desarrolló al Norte en Galilea (principalmente en Capernaúm).
Vs. 2.
El discurso de Juan fue muy claro. “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha
acercado”. Este es el concepto; el reino se ha acercado, ha venido en el sentido de que el rey está en medio nuestro. Juan no dijo que el reino se ha establecido, porque, cuando el Señor establezca su reino, no habrá necesidad de hacer ningún tipo de anuncio; él vendrá e instalará su reino de forma inminente, repentina y definitiva. Nadie detendrá su mano en su venida y cuando establezca su reino Jesús será Señor absoluto de y en todo el mundo.
Para recibir este reino que se ha acercado, los hombres necesitan arrepentirse.
Arrepentimiento significa un cambio drástico de mentalidad, que provoca un cambio
radical de actitud. También se puede definir como un cambio de mentalidad, que lleva a las personas a un cambio brusco de dirección. En palabras simples, cambiar bruscamente de dirección por haberse dado cuenta de algo.
Arrepentimiento incluye reconocimiento de culpabilidad, disposición de asumir cargos yconsecuencias, acompañado de humildad y quebranto de espíritu; con una sentida petición de compasión, reconociendo que no se es merecedor de perdón por haber cometido tal grado de delitos.
Solo de esta forma una persona puede acceder al reino de Dios, solo así se puede venir delante de Jesucristo. Todo lo demás queda fuera.
Santiago 4: 9 – 10 dice: “Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará”.
Recuerde que Jesús dijo que: “si no os volvéis y os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos”.
Los niños no muestran credenciales ni logros, ellos simplemente creen y aceptan la
invitación a salvación, presentándose tal cual son, sin méritos, solo por fe. No se ganaron nada, lo reciben por fe.
Vs. 3.
Juan se identifica con el cumplimiento de esta profecía. Juan era esa voz que clama en el desierto.
Cuando Isaías dice “Voz del que clama en el desierto” está anticipando que se levantará uno, no de los lugares populares o habitados, sino que su voz se oirá desde el mismo desierto, con un mensaje poderoso, proveniente de Dios, para preparar los corazones de su pueblo.
Juan vino predicando en el desierto de Judea (Vs. 1). Este era un terreno baldío e
improductivo que se extiende por la orilla occidental del Mar Muerto.
Esto también fue una señal para indicar que Juan era aquella voz profetizada por Isaías.
Esta fue la labor de Juan, “preparar el camino del Señor, enderezar sus sendas”. Esta
profecía de Isaías no habla de arreglar caminos físicos o allanar montes literales, sino que habla de trabajar en los corazones de los hombres para que estos dejen de estar torcidos a fin de que el Mesías pueda habitar en ellos.
Vs. 4.
Esta tarea fue el todo de la vida de Juan.
Su forma de vestir lo deja muy claro. La vestimenta de Juan era la típica ropa de una
persona que vivía en climas duros e inhóspitos, como es el desierto. A Juan le tocó vivir en lugares desiertos con el fin de ser preparado por el Señor. Por otro lado, su forma de vestir era la misma que usaba Elías Tisbita el gran profeta de Dios en los tiempos donde los reyes de Israel estaban sumergidos en la apostasía espiritual. 2
2 Reyes 1. 8.
Esta vestimenta le servía a Juan para que las personas tomaran aún más en consideración sus palabras. Todo él era un reflejo de la profecía.
Su forma de sustento lo deja muy claro. Comía langostas, y miel silvestre; esto lo hace para no ocuparse en otra cosa sino en cumplir con su llamado; alivianó al máximo sus necesidades humanas con el fin de asistir con todo su tiempo al llamado hecho por Dios.
Él no tuvo esposa, él no tuvo sustento, aunque era un gran profesional en lo que hacía.
Vivía de lo que le daba la naturaleza para no gastar tiempo levantando un sustento o
trabajando para ello.
Su llamado requería que él lo dejara todo. Su vida fue la de un profeta; como ellos, la vida de Juan fue consagrada al cien por ciento para la obra de Dios.
No a todos Dios ha llamado a sacrificar este aspecto de su vida. Piense, por ejemplo, en Pablo. Como misionero, siempre pensó que uno debe estar preparado tanto a tener abundancia como a padecer necesidad, sin embargo, él animó a todas las iglesias y hermanos de recursos que sustentaran dignamente a sus pastores.
1 Corintios 9: 3 – 10; 1
Timoteo 5: 17 – 18.
Creo que la aplicación que podemos hacer aquí acerca de la vida de Juan es que “debemos hacer lo que Dios nos pida y que nada se interponga en el cumplimiento de aquel llamado que Dios nos ha hecho”.
Por eso ser austeros, desechar la vida consumista, es necesario para todos quienes estamos en el ministerio. Como Pablo dijo; hay que aprender a tener mucho como a padecer necesidad. Pero también debe existir en la iglesia un voto de conciencia y generosidad para quienes la sirven, para que de ambas partes nunca se detenga lo que Dios quiera hacer en medio de su iglesia y en medio de este mundo.
Creo, en lo personal, que cuando una iglesia coloca los recursos donde Dios quiere, Dios respaldará a esa iglesia con todo lo suficiente para que siga avanzando.
2 Corintios 9. 10 – 11 nos dice: “Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera y aumentará los furtos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios”.
Vs. 5 – 6.
Vemos en estos pasajes el fruto de un llamado de Dios que ha sido efectivo en un hombre que lo aceptó.
Esta es la obra Divino-humana. Dios llamando a un hombre a una labor especial y un hombre respondiendo y poniendo todo a disposición para que esto sea una realidad.
No sabemos hasta donde Dios podría usar a uno que se disponga a cumplir con su voluntad. Aquí el ministerio de Juan se extendió por toda la capital.
Las personas estaban siendo impactados por el mensaje de la palabra de Dios. Dios se estaba manifestando con poder en medio de su pueblo después de tanto tiempo.
Vs. 7.
Aquí aparecen los nunca invitados, pero siempre presentes. Los religiosos de la época de Jesús.
Fariseos. Grupo conservador de las tradiciones de los ancianos y guardadores de las
costumbres en Israel. Su nombre significa “los separados”. Quienes vivían supuestamente para Dios, separados del pueblo pecaminoso.
Saduceos. Grupo liberal de religiosos en Israel, no eran conservadores como los fariseos, eran de vida materialista, confiaban en el ver para creer; ellos no creían en
espíritus o en la resurrección de los muertos y sólo aceptaban como libros dignos de Dios, los escritos de Moisés (Pentateuco).
Fariseos y saduceos no se llevaban. Hechos 23. 6 – 8.
¿Qué andaban haciendo estos en el bautismo de Juan?
A ambos grupos le preocupaban las mismas cosas; saber cuántos adeptos estaban
perdiendo y cuanto esto podría afectar las arcas de las ofrendas para el templo.
Querían ver si este nuevo predicador pondría en riesgo sus ganancias y su imagen
ante el pueblo.
Quizás otra cosa que les preocupaba era de qué lado estaba este nuevo predicador, si
de parte de los fariseos o de los saduceos.
Estas son las típicas preocupaciones de las personas religiosas, lo externo, lo que se
ve, pero no estaban preocupados de las personas.
Vs. 7 – 12. Estos pasajes nos muestran la actitud de Juan frente a estos grupos.
Interesante que para las demás personas Juan les daba esperanza, los animaba a creer, pero a estos grupos los confrontaba con dureza ¿por qué? Porque Juan debía allanar los montes, tenía que asegurar que el camino estaba limpio para que pudiesen las personas aceptar con humildad al rey. Estos grupos estaban llenos de orgullo religioso que no les permitía aceptar sus errores y sus malas motivaciones, por lo tanto, Juan debía ser duro con la esperanza de llevarlos al arrepentimiento. Era un trabajo difícil, casi imposible, pero Juan lo intentará. Tres actitudes de Juan.
Vs. 7.
Primero los desenmascara.
Generación de víboras. Iban a escuchar para luego envenenar a las personas contra Juan y contra su mensaje. Fue lo que denunció también Jesús. Mateo 11. 12 – 19.
Vs. 8.
Segundo los confronta.
Haced pues frutos dignos de arrepentimiento. Dejen de tirar veneno alejando a las personas de la verdad y preocúpense de hacer cambios sinceros en sus vidas.
Vs. 9.
A Abraham tenemos por padre. Dejen de creer que su descendencia les salvará, lo que salva es la fe que tenía Abraham; ser descendiente en la fe no en lo físico.
Juan les lee el pensamiento que los hacía sentirse justificados. ¿Qué pensamiento era el que traía seguridad espiritual a ellos? Somos hijos de Abraham.
Pero Juan les quita este argumento diciéndoles: Dios puede levantar a Abraham aun de estas piedras.
Esto no es ninguna seguridad, hijos de Abraham pueden ser levantados de muchas partes y hasta de las cosas más insignificantes, esto no es relevante ante los ojos de Dios.
No se trata de una descendencia, o de una herencia de fe o de que mis padres son o fueron creyentes, se trata de tu relación personal con Dios.
Amados, la Biblia enseña que “el justo por la fe vivirá”. Es por la fe que el hombre puede llegar a Dios, por medio de la fe en el Mesías, el verdadero rey de Israel. Él es quien da al hombre el ser perdonado y el ser salvo, el tener el derecho de entrar al reino de los cielos.
Vs. 10 – 12.
Tercero los advierte. Existe una amenaza inminente para quienes no se han arrepentido. Ser cortado y echado en el fuego. Hay condenación eterna para todo aquel que no decide entregarse de corazón al Señor.
Vs. 11.
Para quienes creen en el Mesías, en Jesucristo vivirán la experiencia de ser bautizados en Espíritu Santo. Sumergidos en Espíritu Santo; no es simple agua sino en el mismo Espíritu de Dios. inmersos de su presencia. Jesús dijo que el que en él creyera de su interior correrán ríos de agua viva.
La presencia del Espíritu Santo trayendo nueva vida, abundante, agua viva y fresca en el desierto, en el seco corazón de un pecador.
Y fuego. Esto es tomado en dos sentidos. Una la experiencia primaria que vivieron los apóstoles cuando recibieron por primera vez al Espíritu Santo. Hechos 2. 2 – 3.
Otros piensan que se debe a la mención de la otra cara de la moneda es decir del juicio final, cuando el Señor dé el pago de sus delitos e incredulidad a todo ser humano que no quiso arrepentirse. Vs. 12.
En otras palabras, es un Bautismo de juicio para quienes no han querido arrepentirse. Juan se inclinó mucho en este pasaje en este énfasis así que pudiese estar hablando de eso.
Conclusión.
Juan tenía la misión de preparar el camino del Señor que vendría, esta es la misma tarea que hoy debe tomar la iglesia, preparar el camino al Señor.
Hoy más que nunca debemos estar dispuestos a hablar de aquel que puede dar perdón de pecados y vida eterna al hombre pecador.
El Señor ha dejado a la iglesia la gran comisión, anunciar al rey que volverá y él espera que cumplamos con ella.