El amor hacia los enemigos | Mateo 5:38-48 | Pr. Rodrigo Cisternas

Introducción

Si hay algo que es muy difícil humanamente es mostrar amor hacia quienes nos han dañado.

Jonás fue uno de aquellos que no pudo superar esta prueba. Cuando Dios lo envía a los ninivitas, él prefiere desafiar a Dios que llevar su palabra a ese tipo de personas.

Los ninivitas, si hacemos un estudio de ellos en relación con Israel, fueron crueles y provocaron mucho daño hacia el pueblo de Dios. Jonás no pudo soportar el hecho de que Dios si quiera pensara en llevarles un mensaje aunque este fuera de juicio.

Jonás leyó en esa intención una oportunidad de arrepentimiento pero lo que Jonás en realidad deseaba era que Dios los enviara a todos y cada uno de ellos al infierno, lugar que, según Jonás, era justo que ellos fueran.

En el tiempo cuando Jesús hizo su ministerio, también hubo mucho resentimiento. Una sociedad dividida, entre pobres y ricos, entre libres y esclavos. También en temas religiosos, muchos estaban resentidos con sus líderes por ser abusivos, que no los buscaban a ellos sino lo de ellos.

Muchos, por lo tanto, de los que estaban oyendo estas palabras podían sentirse identificados con el sentimiento de odio hacia otros y seguro que en esta parte del sermón las verdades que Jesús pronunciará se podrán cuesta arriba para muchos.

Hoy, como ayer, hay muchos que les gusta guardar cierto porcentaje de resentimiento, quieren vivir bajo la amargura, mirando hacia el pasado. No logran superar lo que otro les hizo y no hacen ningún esfuerzo por superarlo, pensando que eso le hace algún tipo de favor en la vida. Quizás es un buen justificativo para todas aquellas malas conductas que adoptó o me sirve para argumentar frente a mis errores o simplemente me hace sentir bien el hecho de ser la “víctima” de las circunstancias.

Guardar el resentimiento ya no es parte de la responsabilidad de aquel que te dañó; esa es tu decisión, por lo tanto, tu culpa. Aunque no suene muy condescendiente, si alguien te dañó, esa persona solo responderá por el daño que él te hizo, no por lo que tú decides hacerte a ti mismo.

Por supuesto que hay daños que son muy grandes, que toma tiempo sanar y Dios lo entiende, pero algo que no ayuda a la recuperación es guardar odio o resentimiento o amargura o culpa.

De todos los males que pudiéramos experimentar uno de los peores es guardar el enojo, la rabia, el dolor. Dios por eso nos manda, bajo cualquier circunstancia a tomar caminos muy distintos de los que nos dicta el corazón o la sociedad sin Dios.

Hablando de injusticias cometidas por otros en contra tuya ¿Qué se enseñó?

«Oísteis que fue dicho»

Esta es la fórmula a la que Jesús ya nos tiene acostumbrados. El fruto de las discusiones de loa rabinos plasmadas como la directriz a seguir para los religiosos de la época y el pueblo.

 «Ojo por ojo y diente por diente»

Este fue el mandato de Dios para sujetar los actos de los hombres a un parámetro justo. El castigo justo, no más, no menos. Aunque esto, en el tiempo, se transformó en una suerte de venganza personal. El ojo por ojo tomó forma de venganza en lugar de castigo justificado.

«Pero yo os digo: No resistáis al que es malo»

Jesús nos anima a no caer en la provocación de personas que son malas. Como dice el mismo Señor Jesús en el verso 40: «que quiera ponerte a pleito» (provocarte).

(Esto se limita a asuntos de venganza a nivel personal, no delitos criminales o actos de guerra. En semejante caso, lo propio sería defenderse, aunque de igual forma no por venganza, sino por proteger o salvar la vida).

¿En que contextos Jesús aplica este principio de “no venganza”?

Cuando personas atentan contra nuestra dignidad. Vs. 39.

Aquí un caso de uno que quiere provocar a otro por medio de la agresión. Se entiende que este que humilla lo hace solo por comenzar un conflicto basado en el odio que siente hacia la otra persona y por eso es agresiva.

Esta provocación es obviamente es una invitación a pelear. Es un llamado directo a responder el fuego con más fuego.

¿Qué aconseja Jesús en semejantes casos?

«a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;». En otras palabras, no respondas de la misma manera que lo ha hecho tu agresor, todo lo contrario, debes estar dispuesto a ser humillado más una sola vez.

TS: ¿En qué contextos Jesús aplica este principio de “no venganza”?

Cuando se meten con nuestras pertenencias. Vs. 40.

La descripción aquí es vívida, un ladrón que quiere tomar por la fuerza algo que te pertenece. Esto es un abuso que nos llama a defendernos.

Hubo personas en el tiempo de Jesús que no contaban con más de una túnica.

¿Su consejo para esta provocación?

«Déjale también la capa» que sería un atuendo exterior, sobre la túnica. La idea, otra vez, es no responder al agresor como se debe su agresión, sino ir más allá de lo establecido, de la lógica humana.

TS: ¿En qué contextos Jesús aplica este principio de “no venganza”?

Cuando personas atentan a nuestra libertad personal. Vs. 41.

Los romanos tuvieron ese derecho sobre los judíos. La idea era que sin un romano le pedía a un judío llevar sus cosas, este deje su propia carga en el camino y vaya llevando la carga del romano que se lo demandó y luego vuelva a recoger sus cosas.

Un ejemplo claro es el caso de Simón de Cirene. Mateo 27. 32.

Nota la expresión que te obligue. Algo forzado, algo impuesto. Esto no es de nuestra voluntad, sino algo que somete nuestra voluntad a la voluntad de otro. Otro que te impone, otro que no es amable.

¿Como responder a esta provocación?

«Si te obliga a llevar carga por una milla, ve con él dos».

Esto es lo que Pablo dijo en Romanos 12: 21: «No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal».

El Señor en este sermón está golpeando el orgullo, la auto estima, el derecho a responder. Los principios del reino son de paz, de poner como prioridad la buena reacción, el buen carácter, la buena disposición ante el maltrato o la maldad intención o el abuso de quienes nos provocan.

TS: ¿En qué contextos Jesús aplica este principio de “no venganza”?

En la violación de los derechos de propiedad. Vs. 42.

Entiendo, según el contexto que este pedir o este tomar prestado de ti, no es algo en buenos términos, más bien, es algo impuesto.

Jesús aboga por una completa renuncia a nuestros derechos personales.

Mateo 5. 43. El Señor continúa por esta línea de pensamiento:

Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.

Aquí está el punto. El Señor estaba dirigiendo sus palabras para llegar aquí.

«Oísteis que fue dicho»: Finalmente el mandato quedó en estos términos, ama a tu prójimo aborrece a tu enemigo. Los rabinos y el pueblo asumieron esta postura, cualquiera que se levante contra mía tengo el derecho de aborrecerlo.

Pero en las Escrituras nunca fue esta la idea. Miren conmigo Levítico 19. 18.

El texto dice “amarás a tu prójimo”, pero en el tiempo se inventó el resto del pensamiento aludiendo que, si debemos amar al prójimo, entonces debiéramos aborrecer a nuestro enemigo; pero no fue ni lo que Dios dijo ni lo que se quiso enseñar.

Esto fue poner palabras en la boca del Señor, fue añadir a la Palabra del Señor.

Vs. 44. Pero yo os digo… Jesús vuelve este principio al lugar que le corresponde.

Amad a vuestros enemigos”.

Amad. Este tipo de amor es el amor ágape; sentir un afecto muy fuerte; una entrega incondicional. El Señor no nos ha llamado a odiar a nadie. El Señor nos pide todo lo contrario. Nos llama a amar a quienes no desean nuestro bien o procuran nuestro mal.

¿A qué tipo de enemigos específicamente? ¿Qué tipo de mal? Vs 44.

Los que os maldice.

Maldicen. Desean tu mal. Dedicarte palabras de maldición.

Los que os aborrecen. Romanos 12. 20.

Aborrecer: odiar, despreciar, descuidar, desatender.

Los que os ultrajan y os persiguen.

Ultrajar: maltratar, insultar, amenazar, calumniar.

Perseguir: empujar, buscar ardientemente, esforzarse por hacer algo, seguir con celo. Como Pablo cuando perseguía a la iglesia

¿De qué forma podemos demostrarle el amor de Dios a estas personas?

Jesús nos dejó un micro manual para responder a los malos tratos de aquellos que nos odian.

bendecid a los que os maldicen.

Bendecir. Decir bien. Usar buenas palabras hacia ellos y con ellos.

Haced bien. Buscar el bien de aquellos que procuran nuestro mal.

Orad por. Rogar a Dios por ellos. Y no de forma imprecatoria.

La idea es orar que Dios los ayude o los bendiga. La oración no nos fue dada para enviar maldiciones a otros o pedir a Dios destrucción por aquellos que son malos. La oración es para buscar gracia para aquellos que no conocen al verdadero Dios, que puedan entender el evangelio y se conviertan de su mal camino, pero nunca para rogar el mal hacia las personas.

Vs. 45.

«Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos»,

Dios a través de su carácter otorga gracia a todos los hombres de forma indistinta, a los malos y a los buenos, a los justos e injustos. Lucas 6. 35.

Es parte del carácter de Dios extender su amor incluyendo a sus enemigos. Su gracia común, es ofrecida a todos los hombres; a quien hace lo bueno como a quien hace lo malo, para quien se acuerda de Dios como para quien lo menosprecia.

Esta es una actitud de Dios que los hombres no entendemos, de hecho, de muchas formas se critica. Mateo 20.

Dios es bueno, esto es lo que Jesús está intentando comunicar en este sermón, que el amor de Dios sea admirado e imitado.

Dios, con su servicio hacia toda la humanidad, demuestra su amor. Dios les da a todos, sea que se lo merezcan a no. No es por méritos humanos, es solo por gracia.

Esta es la actitud que nos separa del resto de los seres humanos y nos da el carácter del Hijo de Dios.

El ejemplo máximo está en Jesús. Lucas 23. 34.

Vs. 46 – 47.

Lo que no cuesta no lleva en sí recompensa. No hay galardón por amar a quienes nos aman o saludar a quienes nos saludan.

Las recompensas del Señor están para quienes van donde nadie quiere ir o en tratar con quienes no nos gusta hacerlo.

No marcamos la diferencia cuando somos selectivos en amar. Sin embargo, cuando mostramos el amor de Dios, y eso a todos, allí se encuentran las verdaderas recompensas de Dios.

Esto no tiene nada de natural, es la gracia sobrenatural de Dios que nos puede llevar a este punto. Es el entregarse a Dios para vivir su vida en nuestra vida. Pero no nos ha pedido que hagamos esto solos, sabe Dios que solos esto no es posible. Pero su gracia transforma aun el corazón más duro y otorga amor donde antes no lo hubo.

Vs. 48.

Este es el nivel en el carácter del Padre que lo define. Dios ama con profunda intensidad a buenos y a malos, a quienes han hecho el bien pero también, de la misma forma, a quienes han hecho el mal.

El Padre ha perdonado a todos los que han pecado aún en contra de su hijo. Él ha decidido mostrar su amor para con nosotros que aunque siendo pecadores, Cristo murió por nosotros.

El Señor Jesús nos llama a imitar su carácter y a cuidar de ir en esa dirección.

Conclusión.

Sin duda esta parte del sermón dio mucho que pensar a todos sus oyentes. El amor con que Dios que Dios actúa no es acorde a las conductas esperadas; no es por el buen trato, o por el buen comportamiento, no es por el mérito o por la gratitud.

Su amor es algo que solo se puede vivir cuando entendemos su gracia para con nosotros. Este tipo de conducta solo está reservada para quienes han sido transformados y llenos del Espíritu Santo.

¡¡Comparte esta publicación en tus redes sociales y ayúdanos a llenar el internet con la PALABRA DE DIOS!!

Sermones relacionados

Scroll al inicio