El Sermón del Monte: Las bienaventuranzas | Mateo 5:1-12 | Hno Jesús Bohórquez

Introducción

Éste sermón es sin duda el sermón más conocido de Jesús registrado en las Escrituras, es conocido como el Sermón del Monte porque justamente Jesús lo dió desde un monte que la Biblia no nos especifica cuál monte fue.

En éste sermón el Señor aborda temas muy importantes para nuestra vida de fe, por ejemplo la oración, el ayuno, el adulterio, el divorcio, la ley, las riquezas, el afán y la ansiedad, entre otros. El sermón del Monte abarca desde el capítulo 5 al 7, es decir; es el sermón más extenso de Jesús registrado en las Escrituras.

Pero el día de hoy estudiaremos juntos el inicio de éste sermón, que vendría siendo básicamente la introducción de la enseñanza general que Jesús nos da en estos capítulos.

Personalmente pienso que tuvo que haber sido algo maravilloso haber escuchado el mejor sermón jamás predicado por el mejor maestro que haya existido; nuestro Señor Jesucristo.

Jesús comienza esta enseñanza con las bienaventuranzas.

La palabra bienaventurado que se repite mucho en estos versículos significa: dichoso, feliz, pleno. Entonces el Señor nos va a decir quienes son las personas verdaderamente felices, dichosas y plenas.

En éste mundo todos quieren ser felices, las personas están buscando constantemente ser felices.

Buscan la felicidad en el dinero, en los placeres, en el poder, en la fama y en cualquier mentira que les ofrezca éste mundo y Satanás para hacerles creer que en esas cosas encontrarán la felicidad. Pero la felicidad plena no se puede encontrar en cosas pasajeras de este mundo.

Pero la Biblia declara que los que son dichosos, felices y plenos son aquellos que están en Dios. Salmos 1:1-2

Algo importante que aclarar es que las bienaventuranzas no son obras que hacemos para alcanzar la salvación y la recompensa del reino de los cielos. Sino más bien, son marcas y características de una persona que ya es salva , porque la salvación no es por obras, es por Gracia por medio de la fé.

Habiendo dicho esto vayamos ahora al texto y estudiemos con detenimiento cada bienaventuranza.

Vr. 1 – 3

3 Bienaventurado los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Algo importante que destacar es que las bienaventuranzas tienen una secuencia natural y un  orden lógico, no fueron dichas por Jesús al azar.

El Señor enseña la primera condición para ser feliz o dichoso; los pobres de espíritu. La palabra que utiliza Mateo para “pobres” significa alguien que no tiene absolutamente nada, es la misma palabra usada para mendigo en la parábola del rico y Lázaro, en el antiguo testamento un mendigo era alguien que estaba en bancarrota, que no tenía sustento de nada, dependía totalmente de Dios y de su provisión para el día a día.

Entonces Jesús está diciendo que bienaventurado es aquel pobre en espíritu, que se reconoce en bancarrota espiritual, que ha perdido toda confianza en su propia justicia personal y descansa plenamente en Dios. Es aquel que ha dejado su orgullo personal y el único camino que le queda es clamar a Dios por misericordia y perdón.

Es aquel que clama como Pablo: ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de éste cuerpo de muerte?. Es alguien que no soporta su pecado y reconoce que con sus propias fuerzas no puede vencerlo. Se ha dado cuenta que necesita de la Gracia del Señor para alcanzar salvación.

Mira lo que dice:

Isaías 66:2

Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.

El corazón humillado y pobre de espíritu es lo único que Dios mira y pide de aquellos que quieren acercarse a él. Ésta es la forma como Dios puede justificar al pecador, que reconoce su pobreza espiritual y va corriendo a la cruz y abraza el evangelio de salvación.

Pero la pobreza de espíritu no solo queda en la justificación sino que llega hasta nuestra santificación, porque reconoce que sólo no puede vivir ésta vida de fe, sino que necesita ir muriendo poco a poco ese viejo hombre y debe depender completamente del Espíritu Santo que va transformando su vida a la imagen de nuestro Señor Jesucristo.

Vr 4

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

El Señor llamó Bienaventurados a los afligidos, a aquellos que lloran. Esto parece ser contradictorio porque los que lloran no están felices. Entonces ¿qué quiso decir Jesús?

Ahora bien, para entender esta segunda bienaventuranza debemos comenzar describiendo quiénes no son los que lloran. Es importante descartar algunas ideas erróneas acerca de “los que lloran”. Los bienaventurados que lloran NO son:

-Los incrédulos que sufren cuando pierden o fracasan.

-Los hombres del mundo lamentan sus desgracias.

-Tampoco se refiere a los cristianos que sufren por causa de la obediencia y la justicia, porque de ellos se refiere mas adelante en la última de las bienaventuranzas (Mat. 5:10).

Entonces ¿a quiénes se refiere “Bienaventurados los que lloran”?

Para entenderlo mejor, debemos mirar al contexto y seguir la línea de lo que el Señor ha venido hablando. En el verso anterior nos dice que “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5:3).

Estos son todos aquellos que entienden su miseria espiritual en la presencia de Dios, saben que están arruinados espiritualmente y reconocen su total pobreza ante la santidad divina.

Entonces si se trata de una pobreza espiritual, se sigue que el “llorar” del verso 4 también es un llorar espiritual y moral. Por lo tanto “los que lloran” son los mismos que han reconocido su ruina y bancarrota espiritual y por eso lamentan su condición, se entristecen por su maldad y lloran por su pecado.

Por eso, en los días de Joel, cuando Israel se había acomodado a la inmundicia, deleitándose en la maldad y gozando su pecado, el mismo profeta dijo al pueblo: ” dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento, rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos…” (Joel 2:12-13).

Los hombres lloramos cuando nos fallan, cuando la familia sufre, cuando todo sale mal y llegan los problemas, pero ¿cuánto lloramos por nuestro propio pecado? ¿Cuánto lamentamos por nuestra maldad?

No obstante, antes de verlo como algo negativo, esta tristeza es necesaria y provechosa para el hombre, porque ella nos conduce al arrepentimiento. Por eso el apóstol Pablo decía que “la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación… pero la tristeza del mundo produce muerte” (2 Cor 7:10)

La tristeza del mundo es egoísta, orgullosa, sin fruto y te aleja de Dios, por eso “produce muerte”. Pero la tristeza según Dios, es provocada por el Espíritu Santo, nos humilla, nos acerca a Él, nos lleva al arrepentimiento y por eso produce salvación y vida eterna.

Pero el texto concluye con la promesa: “porque ellos recibirán consolación” (Mateo 5:4). ¿Cómo entendemos la consolación?

La idea de consolar en el Antiguo Testamento estaba ligada al concepto de perdonar los pecados.

Cuando hay lamento y tristeza por el pecado, entonces viene el arrepentimiento, y cuando viene el arrepentimiento, llega el perdón y con este el gozo, el descanso y el consuelo. El llorar de las bienaventuranzas se trata de un llanto santo y un lamento que es agradable a Dios, porque solo así los hombres corren a Cristo y sus pecados les son perdonados.

El llorar de las bienaventuranzas es una tristeza legítima y grata ante Dios, porque también así los creyentes corremos a Cristo para alcanzar misericordia. Por eso, lo que lloran pueden ser felices. “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”.

Vrs 5

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

Esta bienaventuranza tiene que ver con la Mansedumbre, otra de los grandes contrastes en la enseñanza de Jesús. El mundo reconoce como dichoso a aquel que es capaz de imponerse a todos, de no someterse a nadie y de hacer todo de acuerdo a su parecer. Manso para el mundo es sinónimo de fracaso y de desprecio.

Un manso es la persona que cuando recibe una injuria (un daño) no devuelve el mal recibido con ánimo de venganza , sino que encomienda su causa al Señor y lo deja todo en sus manos.

Escribe el Dr. Lacueva:

Estos son los que se comenten resignada y alegremente a los designios de Dios, y los que muestran toda Mansedumbre para con todos los hombres, los que pueden aguantar una provocación sin encenderse en irá, sino permaneciendo en silencio o dando una respuesta suave; los que permanecen serenos mientras otros cometen grandes desatinos, cuando en admirable paciencia, se mantienen dueños de sí mismos al mismo tiempo que son desposeídos de todo lo demás; los que prefieren sufrir y perdonar 20 injurias antes de vengarse de una.

¿Lo describí a usted o no?

En la biblia podemos encontrar varios ejemplos de hombres mansos. Pero sin duda el mejor ejemplo por excelencia lo encontramos en Jesús mismo.

1 de Pedro 3:23

En base a nuestra identificación con Cristo la Mansedumbre debe ser la forma natural del carácter cristiano, la Mansedumbre no se expresa por sumisión a un mandamiento sino por nuestra comunión con Cristo. La vida cristiana no es un asunto de religión con normas impositivas, sino una vida de comunión con nuestro Señor y en dependencia del Espíritu Santo.

Porque ellos heredarán la tierra.  

¿A qué tierra se refiere? ¿Que significa ésta heredad? El salmo 37 responde estás preguntas. Mira lo que dice.

Salmos 37:

[1] No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. [2] Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán. [3] Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.

Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella.

Es posible que el manso aquí en esta tierra no tenga ninguna propiedad pero la promesa de Dios es que heredarán la tierra.

Vrs 6

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

«Hambre y sed» es una metáfora que hoy no impacta tanto como en los días de Jesús, cuando la comida y el agua eran escasos y la gente solía pasar hambre y sed. En nuestra cultura, la comida y el agua son abundantes, así que no captamos bien la urgencia que Jesús quería comunicar.

Tener hambre y sed son las necesidades más básica que todo ser humano experimenta, el agua y el alimento nos ayudan a tener energía y vitalidad. Cuando tenemos hambre anhelamos impacientemente comer y cuando tenemos sed deseamos ansiosamente tomar agua.

Lo que Jesús nos está diciendo es que debemos desear de esa misma forma su justicia, anhelar fervientemente esa rectitud moral en nuestras vidas que solo la podemos alcanzar si tenemos una relación íntima con Dios.

Jesús dijo: Yo soy el pan de vida; él que a mí viene nunca más tendrá hambre.

También dijo: el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

Esto no es coincidencia, lo que Jesús no está mostrando en ésta bienaventuranza es que dichoso todo aquel que anhela su justicia porque Jesús mismo lo sacará y no tendrá más necesidad espiritual.

Así que tener hambre y sed de justicia significa que debemos perseguir urgentemente la justicia.

Vrs 7

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

La misericordia es la acción de amor orientada hacia el miserable. En la misericordia están implicadas todas las formas de compasión, bondad y gracia. Es la solidaridad que parte del amor y de la Gracia a quien no tiene ningún derecho para ser compadecido.

Ser misericordioso es expresar amor a alguien que sabemos muy bien que no lo merece, es algo que solo lo podemos hacer si estamos en Dios, el Espíritu Santo actúa en nosotros para poder mostrar misericordia así como Dios tuvo misericordia de nosotros.

¡Pero siendo muy honestos, cuánto nos cuesta ser misericordiosos!

Es por eso que debemos pedirle a Dios que nos ayude a cultivar la misericordia en nuestros corazones.

Y como siempre el mejor ejemplo de misericordia y compasión es nuestro Señor Jesucristo, que sanó enfermos, liberó a endemoniados, tuvo compasión y misericordia de las multitudes que estaban sin pastor. Pero lo más importante tuvo compasión de ti y de mi.

Vrs 8

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

Jesús aquí relaciona la santidad con ver a Dios, la pureza y limpieza de corazón esta estrechamente ligado a nuestra comunión íntima con Dios. Corazón limpio y Puro tiene que ver con aquel que no está contaminado con el pecado y controlado por el mismo.

Aquí podríamos decir nosotros ¿Quién de nosotros puede estar totalmente limpio de corazón y estar delante del Señor que lo conoce todo? Pues desde Adán nadie puede tener esa condición. Solo Jesús es perfecto, no cometió pecado, de su boca no salió palabra pecaminosa alguna.

Entonces en el contexto del Sermón se trata de un corazón limpio de hipocresía, los fariseos por ejemplo ponían su confianza en sus actos externos de santidad, aparentando tener piedad pero sus corazones estaban contaminados por el pecado.

La Santidad tiene que ver con apartarnos del pecado y luchar con los deseos pecaminosos de nuestra carne. Somos bienaventurados cuando vivimos apartados para Dios buscando constantemente su santidad.

La recompensa es que veremos a Dios (1 Juan 3:7)  estaremos con Él para siempre y Él no se apartará de nosotros.

Vrs 9

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Esta condición está relacionada con la paz, en el mundo hay mucha gente que es pacífica, que huye de los conflictos, que no le gustan las peleas, son enemigos de las guerras y las disputas. Éste es el concepto que el mundo tiene para un pacificador.

Sin embargo el concepto bíblico va mucho más allá , el pacificador es aquel que vive la paz, que la busca intensamente, que procura la paz y la promueve. La paz en el concepto bíblico tiene que ver con una correcta relación con Dios. Estar en paz con Dios significa que el conflicto que te separaba de Dios (esto es el pecado) ya ha sido quitado de en medio por Jesucristo, ahora tenemos paz completa en Dios.

Y por lo tanto mostramos esa paz a los demás (Romanos 12:8), un pacificador predica el evangelio de paz que reconcilia al pecador con Dios.

Vrs 10 – 11

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.  

Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.

Parece una afirmación muy contradictoria la que hace Jesús al decir que son dichosos y felices los que padecen persecución por su causa y por la justicia. La persecución es un proceso doloroso, difícil y triste, son momentos de necesidad, escasez e incluso cárcel.

La persecución era muy común en el tiempo de la iglesia primitiva , era normal ver cómo mataban a los cristianos , era común ver cristianos morir en el coliseo romano, nuestros hermanos sufrieron mucha persecución en el primer siglo.

Y a lo largo de la historia la iglesia ha sufrido persecución, para nosotros es muy ajeno éste tema porque nosotros no tenemos idea de lo que es ser perseguidos.

Pero quizás hemos vivido alguna forma de desprecio o burla por causa del evangelio, quizás por parte de nuestra familia o quizás en el trabajo o algún amigo. Siempre hay alguna burla hacia el cristianismo y esa es quizás nuestra forma más cercana a lo que sería padecer por causa de Cristo, pero siendo muy honestos eso no se compara a morir por causa de Cristo.

La recompensa que ofrece el Señor al final es gloriosa porque afirma que de ellos es el reino de los cielos. Todo en esta vida es pasajero, pero nos espera una recompensa para aquellos que soportamos todo por amor a Cristo.

Y esto nos lleva a nuestro último versículo

Vrs 12

Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

Jesús procede a animar a los creyentes a tener su mirada puesta en el cielo, a alegrarse y regocijarse porque hay recompensa en los cielos, no tenemos idea nosotros de ese galardón pero de seguro que es mucho más de lo que nosotros podemos imaginar. Es difícil estar alegres en medio de la aflicción y persecución, pero Jesús mismo padeció persecución y muerte injustamente. 

Conclusión  

Cómo pudimos notar cada bienaventuranza debe ser una marca o una característica en nuestra vida práctica, las bienaventuranzas es un paquete que viene completo, es decir todas esas características deben estar en nuestro carácter. No es una o dos, o las que más me gusten y las otras no.

Esto es como el fruto del Espíritu. Nuestra tarea ahora es cultivar esas características en dependencia del Espíritu Santo y así poder reflejar cada una de ellas, y poder vivir y experimentar esa felicidad plena y vivir una vida bienaventurada a la manera de Dios.

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